LA MIRADA

¡Felicidades, don Paco!

La parroquia del Espíritu Santo brinda un reconocimiento al sacerdote Paco Delgado por sus 50 años de ministerio, siempre con una vocación clave de servicio a la Diócesis de Coria-Cáceres

El sacerdote Francisco Delgado.

El sacerdote Francisco Delgado. / CEDIDA

Ayer domingo, la parroquia cacereña del Espíritu Santo dedicó un homenaje por sus cincuenta años de ministerio a don Paco Delgado, sacerdote diocesano natural de Sierra de Fuentes (su pueblo ler ha declarado hijo predilecto) y con una amplia historia de servicio pastoral a esta Diócesis de Coria-Cáceres.

Conocí a don Paco al comienzo de los años 70, cuando ingresó en el Seminario, del que había salido años antes, y volvía después de una experiencia de estudios en la Universidad de Comillas de Madrid. Como él mismo ha comentado, su tierra le tiraba mucho y tenía claro que lo que tuviera que hacer debía ser aquí.

Y así, desde que en abril de 1974, cuando se incorporó como coadjutor a Montehermoso, se fueron desgranando los destinos, siempre con la idea del servicio a la Diócesis como opción fundamental. He tenido la suerte de observar en Paco, y en algunos otros de su época, que la diocesaneidad fue su dimensión clave, por encima de preferencias personales o querencias sospechosas.

Coadjutor de Montánchez (1977), ecónomo de La Pesga (1978), superior de la comunidad de Bachillerato en el Seminario Diocesano (1983), párroco de Valdefuentes (1990) y párroco del ‘Espiri’ desde 1998, son algunos de sus destinos, en los que fue dejando su sello, destacando siempre el servicio como señal de su identidad sacerdotal. Creo recordar que también estuvo un tiempo en el CIR de Cáceres, pero fue por un breve periodo.

El titular que ha aparecido en algún medio para destacar su labor durante todos estos años es que se considera un «cura feliz». Decir esto después de cincuenta años en los que imagino que ha habido de todo, supone la mejor definición de la satisfacción personal por el trabajo realizado. Me alegro mucho, he tenido muy buena relación con él y siempre me ha dado lecciones en lo que dice relación a su visión de la Iglesia como una comunidad en la que lo fundamental viene determinado por las exigencias de Jesús en la Última Cena.

Compañerismo

Otra de las cosas que también he aprendido de él, es que es un excelente compañero, siempre lo he visto proponiendo encuentros para fomentar el trato y la relación entre los sacerdotes: comidas, viajes, excursiones… Todo a fin de favorecer la relación y superar juntos las dificultades que llevan consigo las tareas del ministerio. En esto es un verdadero maestro.

Felicidades, don Paco, sabes que te deseo siempre lo mejor para ti (y para tu Atlético).