Los retos que afronta la agricultura

La escasez de agua amenaza un negocio agrario de 63.700 millones de euros

Los ecologistas abogan por reducir los 3,73 millones de hectáreas destinadas al regadío

Los agricultores, en cambio, apuntan a mejorar las técnicas de ahorro hídrico

Una operaria prepara tarrinas de fresas en una finca de Moguer (Huelva).

Una operaria prepara tarrinas de fresas en una finca de Moguer (Huelva). / Julián Pérez (Efe)

Celia López

Abril puso a prueba el refranero español, que tradicionalmente atribuye «aguas mil» a este periodo del año. Las lluvias no sólo no han caído a cántaros (pese a que mayo ha salvado un poco la cara), sino que apenas han existido. De hecho, este abril ha sido el más seco desde que hay registros, según la Agencia Estatal de Meteorología. Lo peor es que esta situación no es excepcional. España está abocada a sufrir veranos y primaveras más secas, temperaturas más extremas y menos lluvias como consecuencia del cambio climático, lo que convierte a la península Ibérica en una de las zonas más expuestas a la desertización en la Unión Europea. Ante un panorama similar, la agricultura de regadío que se practica en zonas con mucho sol, pero pocas precipitaciones, como Murcia o Andalucía, se encuentra en una encrucijada. ¿Puede España seguir siendo la huerta de Europa?

La superficie que ocupa el regadío en España es de 3,73 millones de hectáreas, según el Ministerio de Transición Ecológica, y existen hasta 7.000 comunidades de regantes que aglutinan a unos 700.000 agricultores. Las cuencas del Guadalquivir, Júcar, Duero y Ebro son las que agrupan a más de 1.000 comunidades de regantes cada una y las más numerosas. El valor de toda la producción agraria en 2022 fue de 63.770 millones, según el Ministerio de Agricultura. El problema es que, como está configurada, la actividad agrícola supone el 70% del consumo total de agua dulce. «Resulta especialmente preocupante la situación de escasez de agua dulce que sufre España desde hace años. El índice de explotación de agua se sitúa en el 30%, cifra que indica un alto estrés hídrico», señala un informe de PwC. Ante la pregunta de si será necesario reducir la dimensión del regadío debido a la escasez de agua y la desertización, la respuesta no es clara.

Fuentes de Transición Ecológica señalan que no abogan por reducir la superficie, aunque indican, como era de esperar, que tampoco son partidarios de incrementarla. La apuesta es hacerla más eficiente. En este sentido, Agricultura ha anunciado inversiones de 2.130 millones de euros para promover regadíos sostenibles. El objetivo es impulsar el ahorro de agua y ampliar el uso de aguas no convencionales, como las que provienen de depuradoras o desaladoras. Desde sectores ecologistas o especialistas en acuíferos no dudan en señalar que es necesario eliminar hectáreas destinadas al regadío. Pero la realidad es que en Extremadura estos terrenos han crecido un 27,05% en las últimas dos décadas, mientras que en Andalucía y Castilla-La Mancha se han incrementado hasta en un 51% y un 62%, respectivamente, en los últimos 25 años, según datos de Agricultura. «Sobran un millón de hectáreas. Se han instalado muchos más cultivos de este tipo de los que el país puede aguantar de forma sostenible», afirma Santiago Martín Barajas, ingeniero agrónomo y responsable de la sostenibilidad del agua de Ecologistas en Acción.

Sin embargo, para María Cruz Álvarez, presidenta de la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos, reducir la superficie de regadío en España no es una opción. «En la actual situación estamos obligados a producir hasta un 70% más de alimentos en todo el mundo. Por tanto, hay que mejorar la eficiencia de los regadíos y evitar que se sitúen en zonas vulnerables, como Doñana o el Mar Menor», asegura.

Hasta el 75% de la producción agrícola se destina a la exportación. Es paradigmático en el caso de la fresa que se produce en Huelva. En 2021 se explotaron hasta 6.167 hectáreas y se produjeron alrededor de 350.000 toneladas, que alcanzaron un valor de unos 1.500 millones de euros, de las que se exportó un 85%. «Es una industria que supone mucho dinero para la zona», reconoce Álvarez. Pese a ello, la preocupación por la sostenibilidad que plantean estos cultivos ha llegado hasta los consumidores alemanes ante la intención del Gobierno de Andalucía de recalificar como suelo de regadío hasta 800 hectáreas de suelo de secano y forestal en cinco pueblos cercanos al Parque Nacional de Doñana. La asociación alemana Campact ha llamado a boicotear el consumo de las fresas de Huelva porque, en su opinión, contribuyen a degradar Doñana. La organización Interfresa, que representa a los productores de la zona, ha apelado a la responsabilidad y el conocimiento técnico ante la «insidiosa» campaña contra los frutos rojos andaluces y ha recordado que esta actividad económica representa el 11,35% del PIB de la provincia de Huelva. «El cultivo de fresa en Huelva genera grandes problemas medioambientales. Es inviable seguir aumentando los regadíos en la zona porque se riega todo el año», asegura Martín Barajas, que hace referencia a que los productores tratan de proteger el gran negocio de la exportación.

En busca de la sostenibilidad

Los regantes aseguran que gracias a los avances tecnológicos el consumo de agua dulce se ha reducido hasta un 15% desde el 2000. Ellos se consideran los primeros afectados por la sequía. «No somos los culpables de la falta de agua, sino los sufridores», asegura el secretario general de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España, Juan Valero de Palma. «Cuando falta suministro, somos los primeros en quedarnos sin agua», explican. Actualmente, la mitad de la superficie de regadío en España se riega mediante sistema localizado o por goteo, liderando la clasificación mundial en el uso de ese sistema, según el Ministerio de Agricultura.

El presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid, José Antonio Díaz Lázaro, tiene claro que España tiene que seguir apostando por el regadío para sobrevivir a los episodios de sequía que han llevado a la ruina a las zonas de secano en recientes campañas. El investigador del CSIC Salvador Sánchez-Carrillo aboga por reducir la industria del regadío. Pero a corto plazo no es esperable que el Gobierno de un volantazo con al modelo agrícola, de hecho, planes consensuados con autonomías y regantes mantienen intacta las reservas hídricas para el regadío hasta 2027, es decir, hasta 29.000 hectómetros cúbicos, lo que equivale a cerca de 8,7 millones de piscinas olímpicas cada año.

Proyectos que buscan salvar el regadío

Digital Riego, diseñado desde el CSIC y el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, busca programar el riego en cada parcela en función de la disponibilidad de agua de cada usuario. El modelo resultante calculará la dosis de riego necesaria en función de previsiones meteorológicas a corto plazo, teniendo en cuenta la evaporación del suelo y la transpiración de cultivos. «En la actualidad aún no contamos con sistemas integrales que permitan tomar la decisión de riego en una parcela de forma precisa», aseguran los investigadores. Y un ejemplo sobre cómo mejorar la eficiencia en el uso del agua es el de la Comunidad de Regantes de Lira (Valencia), una de las más grandes de la Comunidad Valenciana. Desde hace tres décadas han apostado por reformar sus sistemas de riego, ahorrando un 20% de agua. Además, han optado por instalar placas fotovoltaicas en balsas y están desarrollando un proyecto piloto en hidrógeno.