Ya están de vuelta. La expedición cacereña ya ha puesto rumbo a Cáceres con 23 refugiados de guerra. El cansancio es grande, pero han conseguido su objetivo: poner su granito de arena para ayudar al pueblo ucraniano. Este jueves llegaron a Przemýsl (Polonia) donde descargaron toda la mercancía donada por los cacereños. Todo fue muy rápido porque se exige a los voluntarios que pasen el menor tiempo posible en el campo de refugiados para agilizar el acceso al mayor número de vehículos. Hay colas inmensas de particulares y organizaciones esperando para entrar.

«Te invade la rabia y la pena pero casi no tienes ni tiempo a detenerte en lo que estás viendo porque hay que darse mucha prisa», recuerda Inmaculada Polo, la cacereña organizadora de esta expedición. Ya era de noche cuando terminaron de entregar todo el material y pusieron rumbo a Cracovia (Polonia), donde les esperaban los refugiados. En un principio tenían previsto recogerlos en la ciudad de Przemýsl, pero finalmente los ucranianos fueron derivados a Cracovia. Es una operación que se está llevando a cabo con muchos de los refugiados. «A los refugiados que consiguen cruzar la frontera los están llevando a Cracovia y a Varsovia por descongestionar la frontera», explica Inmaculada Polo.

En los cuatro coches viajan mamás con niños y personas mayores que llegarán a Cáceres

Los cacereños consiguieron llegar bien entrada la noche y no fue hasta la mañana de este viernes cuando consiguieron recogerlos a todos. Para identificarlos llevaban un cartel en el que podía leerse ‘Unidos por Ucrania’, como se ha bautizado a esta expedición. Enseguida los reconocieron. En total, entre los cuatro vehículos que llevan (dos furgonetas y un turismo que salieron desde Cáceres y otro coche que se unió desde Santander), han conseguido traer a 23 refugiados, entre los que hay madres con niños y personas mayores. No todos regresarán a Cáceres, por el momento siete de ellos se quedarán en Santander y a otros los irán dejando por el camino, en Francia, Alemania y en otras ciudades españolas. «La mayoría tiene familiares o conocidos en España pero otros irán a casas de acogida», recuerda Inmaculada Polo.

Entre los refugiados que han logrado recoger se encuentra la madre de la intérprete, una ucraniana afincada en la capital cacereña, que viajó con ellos hasta la frontera de Polonia con Ucrania. Ella se ha quedado en Polonia junto a su sobrina, para intentar sacar a más familiares suyos del país en guerra.

«En su mirada se ve la tristeza, se tienen que ir de su país en estas condiciones, a nadie le gusta desplazarse de su casa», indica Polo. Aunque, a pesar de llevar ya varias horas de viaje, han preferido no abrir más las heridas. «No queremos preguntar más de lo debido porque están cansados y queremos respetar su intimidad y sus sentimientos», añade. Se comunican gracias a que cuatro de ellos saben hablar castellano y hacen de traductores.

En la ida tardaron más de 50 horas pero la vuelta será más tranquila. Pararán cada dos o tres horas para descansar, sobre todo para hacer más ameno el viaje a los niños. No tienen prisa porque ya están a salvo. «Estamos muy contentos de poder echar una mano», dice Polo. Mientras, aquí en Cáceres la ucraniana Khrystyna Mykulyak ya tiene listo el papeleo para que un camión venga de Ucrania la semana que viene a recoger todo lo recaudado.