La sangría demográfica

Extremadura pierde casi 6.000 habitantes en los dos últimos años

Por primera vez también cae el porcentaje de población en el grupo de edad entre 80 y 89 años. A la habitual marcha de los jóvenes se unen ahora los estragos de la pandemia en la comunidad

Una vecina paseo por un pueblo donde apenas hay niños.

Una vecina paseo por un pueblo donde apenas hay niños. / EL PERIÓDICO

Rocío Sánchez Rodríguez

Rocío Sánchez Rodríguez

«Tanto en Extremadura como en España, durante el año 2022 ha habido un 10% más de fallecimientos. Son las consecuencias de la pandemia. Hay muchos factores, entre los que también hay que incluir los efectos secundarios de la vacuna y los retrasos en diagnósticos a causa de un sistema sanitario saturado por el covid». Así resume el sociólogo y antropólogo y profesor de la Universidad de Extremadura (Uex), Domingo Barbolla, las nuevas causas que se unen a la eterna herida de la despoblación en Extremadura.

Llevada esta reflexión a la estadística oficial, los últimos datos del INE reflejan que en los dos últimos años, esto es, desde 2021, la región ha perdido casi 6.000 habitantes. La sangría demográfica no cesa.

Concretamente son 5.986 personas menos, según los números registrados a 1 de abril de 2023 y en comparación con la misma fecha de 2021. Así, el último número oficial que da el INE sobre Extremadura (aunque todavía se trata de datos provisionales) es de 1.053.608 residentes

Lo que describe Barbolla se aprecia, por ejemplo, en los grupos de edad entre 80 y 89 años, donde habitualmente el porcentaje de población sube año tras años por el envejecimiento continúo de la sociedad, sin embargo, en los dos últimos años ha descendido. El fenómeno es nuevo. Así, hay un 5,1% menos de habitantes entre 80 y 84 años (1.674 menos) y un 6,4% menos entre el grupo de 85 a 89 años (1.797).

A partir de los 90

A partir de esa edad la tasa sí se ha incrementado, hasta un 9%, siendo el crecimiento más alto de todos. Dicho de otro modo, hay 1.556 personas más en Extremadura que ha rebasado ya la barrera de los 90.

También se ha ido al alza en el sector que va desde los 55 hasta los 79 años, pero es menos significativo. El crecimiento es de apenas un 0,6% (536 residentes más).

En el resto de grupos, esto es, desde los 0 a los 54 años, sí se ha experimentado la bajada poblacional. La más acusada, como viene siendo habitual, entre los menores de 0 a 4 años, con una caída del 6,2% (2.505 menos).

En este sentido habría que recordar que los últimos datos del Movimiento Natural de la Población del Instituto de Estadística de Extremadura (IEEX) reflejan que 86 municipios de Extremadura (16 en la provincia de Badajoz y 70 en la de Cáceres) no han registrado ningún nacimiento durante el pasado año, lo que se traduce en un 22,6% del total.

En concreto, la región sumó 15 localidades más en las que no se produjo ningún nacimiento con respecto al año anterior. Y eran 42 más en relación a 2017, por lo que los municipios que no suman ningún alumbramiento se han duplicado en la comunidad en apenas cinco años. 

Sobre esta cuestión, Barbolla es tajante: «Tenemos una cultura que protege y alarga la vida de las personas mayores, pero no hemos invertido recursos en crear más vida humana. Cada vez hay menos nacimientos y mucho hijo único. La conciliación es difícil con la situación laboral que reina en la actualidad».

Asimismo, añade: «La dinámica que arrastramos hace que se tarde mucho en adquirir una seguridad económica, y cuando eso pasa, la edad de la mujer ya es elevada, rondando los 40, y entonces empiezan los problemas para poder tener hijos».

Los jóvenes

Otra cuestión a destacar es que parte de la población con edad de formar una familia se marcha de Extremadura por cuestiones laborales. Esa realidad se refleja igualmente en las estadísticas. En el sector entre los 25 y los 29 años la bajada poblacional es del 5,9% (3.404 habitantes menos); y entre los 30 y los 34 años, del 3,5% (2.217 menos). En total supone una pérdida de 5.621 jóvenes.

La tendencia se repite año tras años en la región, ahora alimentada también por las consecuencias de la pandemia, cuyas huellas se siguen notando. Lo cierto es que fue en 2011 cuando empezó a caer la población en Extremadura y desde entonces la curva no se ha recuperado.

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