Balance de los meses de diciembre, enero y febrero

Así será la primavera en Extremadura: lluviosa y con temperaturas de récord

El aumento de las precipitaciones permite un superávit de agua en los embalses

La temperatura se situó en 10,1 grados, 1,5 más respecto al valor medio

Resumen de las precipitaciones.

Resumen de las precipitaciones. / AEMET

Extremadura registra un invierno húmedo y cálido. Lo primero gracias a las precipitaciones de enero y febrero, y lo segundo por temperaturas de 10,1 grados, 1,5 por encima del valor medio. Con estos datos, Marcelino Núñez, delegado regional de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), califica de muy húmeda y de muy cálida la estación invernal en la región (diciembre, enero y febrero), que concluirá el próximo 20 de marzo, a las 4.06 de la madrugada. De hecho, este trimestre se coloca como el cuarto más cálido desde 1991 y el noveno más húmero desde el mismo año.

Las precipitaciones medias se elevan a 228,2 litros por metro cuadrado, muy superior a los 156,3 de referencia. Mientras que la temperatura de base se sitúa en 8,6 grados, pero se alcanzó 10,1.

«Ha sido un trimestre de los más húmedos. La buena noticia es que las reservas hidráulicas se han elevado. En el caso de los embalses de la cuenca del Tajo, el agua se queda en la región, va al pantano de Alcántara; en cuanto a los del Guadiana, los grandes, al estar limítrofes con Ciudad Real y Córdoba, toda el agua no se queda en la región. En otros, como el de Villar del Rey y el de Alange, sí se refleja el incremento de la reserva de agua», subraya y remarca que este aumento de las precipitaciones no se explican por el cambio climático porque, acentúa, la sequía siempre ha existido en la región. «Tenemos mucha experiencia en sequía y después de una, llegan tiempos de bonanza. Hemos sufrido mucho. Ahora estamos en un periodo en el que no hay ni sequías ni bonanzas intensas. Afortunadamente, pasamos por un periodo de superávit».

Marcelino Núñez, el responsable de la Aemet en Extremadura.

Marcelino Núñez, el responsable de la Aemet en Extremadura. / Santiago García Villegas

Al cambio climático sí se puede achacar las precipitaciones abrumadoras que se producen durante uno o dos días, «mientras que antes la lluvia duraba 9 o 10 días. Tal vez, se acumula la misma cantidad, pero en menos tiempo. Es lo que pasó, por ejemplo, en diciembre de 2022 o con la Dana de Gévora. Solo llovió un par de días, pero se consiguieron las precipitaciones medias del mes».

¿Cómo será la primavera?

El delegado de la Aemet reconoce la dificultad de prever la climatología de la próxima estación porque, «una previsión de más de cuatro o cinco días es difícil, pero trabajando con los estándares se puede decir que la primavera será más calurosas y con temperaturas más altas de las que corresponden a la estación, pero venimos de un febrero muy cálido y de un 2023, el segundo más cálido del planeta. Es una tendencia. Este invierno ha sido al más cálido. No todos los años vamos a batir récords, pero la tendencia de superar la media cada día se mantiene».

En cuanto a las precipitaciones, la primavera se vaticina lluviosa y, según el modelo con el que trabaja la agencia de meteorología, «hay una mayor probabilidad de que la precipitación acumulada del trimestre abril, mayo y junio sea mayor que los valores de referencia, un 40% más», apostilla Marcelino Núñez.

Los embalses

La lluvia del trimestre invernal contribuye al superávit hídrico en las cuencas extremeñas. Así, los embalses el Tajo, con 8.062 hectómetros cúbicos de agua almacenada, se encuentran al 72,9% de su capacidad, mientras que los del Guadiana, con 3.729 hectómetros cúbicos, en el 39,1%.

Las copiosas precipitaciones de los últimos días han multiplicado el agua embalsada con el 56,8% de su capacidad total con 31.844 hectómetros cúbico, 1.171 hectómetros cúbicos más que la semana anterior (el 2,1 % de la capacidad total actual de los embalses).

Las cantidades almacenadas se encuentran por encima de la media con respecto a hace un año, cuando la reserva sumaba un total de 28.730 hectómetros cúbicos; sin embargo, el agua embalsada sigue por debajo de la media de la década que es de 34.505 hectómetros cúbicos, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica.

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