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¿Una economía sin gobierno?

El empleo tira con fuerza, pero todo puede empeorar si es necesario ir a unas nuevas elecciones. O si el Gobierno que se forma tiene una mayoría poco sólida

Joan Tapia

Joan Tapia

Manda la confusión poselectoral. Pero ya parecen claras cuatro cosas. Una, es casi imposible que Feijóo sea investido. No tiene mayoría con Vox y nadie quiere sumarse. Dos, Sánchez puede serlo, pero con «sangre, sudor y lágrimas». Además del apoyo de los partidos del Frankenstein necesitaría el apoyo de los 7 diputados de Puigdemont. Y Waterloo es imprevisible. Tres, es tan absurdo soñar con una abstención socialista a favor de Feijóo como con otra de los populares a Sánchez. Hoy los dos grandes partidos se repelen. Cuatro, la única forma de evitar unas nuevas elecciones es pues algún acuerdo entre Sánchez y Puigdemont. Encontrar la salida de un laberinto ideado por el diablo más maléfico. 

Y lo grave es que con repetición electoral en diciembre, y sin garantías de que entonces se desbloqueara el empate, España no podría funcionar con normalidad ni -todavía menos- tomar decisiones relevantes, hasta enero de 2024. Como pronto. La economía se resentiría e incluso podría no aguantarlo.

Esta semana ha habido datos que indican que las cosas van bastante bien -quizás a eso se debe la resiliencia electoral de Sánchez- pero el segundo semestre puede ser peor que el primero y España deberá tomar decisiones de calado que no siempre serán populares.

El FMI ha subido sus previsiones de crecimiento para España. El PIB no subirá este año un 1,5% sino un 2,5%. Creceremos así más que lo que dice el Gobierno (2,1%) y la media de la zona euro (0,9%). Y la inflación cerraría el año en el 3,2%, más cerca del objetivo del BCE del 2%. 

Por otra parte, la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre ha sido espectacular: 600.000 nuevos puestos de trabajo y más de 21 millones de empleos, el máximo alcanzado nunca en nuestro país. Y la tasa de paro cayó al 11,6%, la más baja desde la crisis de 2008, pero casi el doble de la media de la zona euro.

Pero no es oro todo lo que reluce. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el PIB creció un 0,4% en el segundo trimestre, menos que el 0,5% del primero. Y la tasa anual ha caído con brusquedad (del 4,2% al 1,8%). Una desaceleración a vigilar. ¿Por qué? El consumo interno vuelve a tirar (baja del IPC, salarios que se recuperan y aumento de las pensiones), y el turismo es el motor del boom, pero las exportaciones empiezan a caer porque Europa crece menos. Ya volvemos a estar (un mísero 0,03%) por debajo del PIB anterior a la pandemia y la economía española acabará enfermando si Europa sigue estancada. Además, el empleo se crea en los servicios y en el sector turístico -la industria nota el descenso de las exportaciones- lo que hace que la productividad por hora trabajada no crezca. Malo.

Además, la inflación ha vuelto a subir en julio, del 1,9% al 2,3%, lo que no es grave, pero sí indica que el problema sigue. Y la subyacente -la que más preocupa a medio plazo- está en el 6,2%. No mejor que Europa.

El gran problema de fondo es que todo se ha conseguido con tipos de interés bajos y con el BCE financiando sin rechistar el aumento de la deuda pública de España y de muchos países europeos. Pero esta época se está acabando. El BCE volvió a subir el jueves los tipos de interés hasta el 4,25% y aunque no lo vuelva a hacer -que está por ver- lo seguro es que a medio plazo no los bajará. Las empresas, los que buscan vivienda, los que compran a crédito y el Estado pagarán más por endeudarse, lo que castigará la actividad. 

Y en 2024 habrá que empezar a corregir -más de lo que dice Calviño- el déficit público. Afrontar estos retos será complicado sin un Gobierno fuerte que tome decisiones poco agradables. Sin Gobierno iremos a la deriva. Con un Gobierno con una mayoría débil -lo máximo a esperar- tampoco será fácil. Los próximos meses serán más difíciles y el Gobierno -el que sea- tendrá que vender menos ilusiones y aplicar algo de aceite de ricino. ¿Tendremos Gobierno? ¿Lo sabrá hacer y comunicar? 

Pero no entramos mal en agosto. La bolsa apenas acusó la inestabilidad del resultado electoral y este viernes cerró bastante por encima del anterior. Paul Krugman siempre recuerda que la bolsa no es la economía, pero si el Ibex se apunta beneficios y parece relajado…buenas vacaciones.  

*Presidente del comité editorial de El Periódico

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