Editorial

Hagamos callar de una vez al machismo

Los prejuicios siguen existiendo y alarma, en especial, la tendencia de muchos jóvenes a normalizar actitudes machistas de violencia física, psicológica, económica y, cómo no, digital

Zapatos rojos en Cáceres para denunciar la violencia machista.

Zapatos rojos en Cáceres para denunciar la violencia machista. / EL PERIÓDICO

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Han pasado casi 20 años desde la primera ley específica aprobada por el Parlamento español contra la violencia de género, en octubre de 2004. Dos décadas en las que resulta fácil comprobar que aún es largo el camino por recorrer. Estamos ante un problema complejo que requiere de la unidad de todos los políticos, de la renuncia a su instrumentalización partidaria y de la implicación de la sociedad en su conjunto. A pesar de aumentar los recursos destinados a combatir esta lacra inadmisible y de reforzar los instrumentos legales para erradicarla, las agresiones no cesan. En algunos casos se han producido incluso retrocesos.

Es irresponsable negar la evidencia de unas agresiones que en lo que va de año ya han costado la vida a 52 mujeres españolas. Y alarma, en especial, el concepto peligrosamente laxo que muchos jóvenes tienen hoy sobre las situaciones de este tipo, y su tendencia a normalizar actitudes machistas de violencia física, psicológica, económica y, cómo no, digital. Hace veinte años se asociaba la violencia de género a una generación determinada, la de menor acceso a la formación y el mercado laboral. La realidad demostró que ni la clase social ni el nivel de educación evitaban que las mujeres siguieran siendo prisioneras en su propio hogar, o que cualquiera se convirtiera en víctima objetiva de violación o asesinato por su condicionante sexual. Los prejuicios siguen existiendo.

Una cuarta parte de la población de chicos entre 15 y 29 años considera que la violencia de género no existe. Lo mismo suscribe un 12% de las chicas, según los datos del Barómetro Juventud y Género 2023 elaborado por la organización Fad Centro Reina Sofía. Con respecto a hace tan solo cuatro años, los porcentajes crecen un 10% entre los chicos y casi ocho puntos entre las chicas. Esa es la situación, a pesar de que, en términos generales, los expertos señalen que existe una mayor sensibilización entre la población. Más de un 87% de los encuestados aseguran conocer situaciones de violencia de hombres contra mujeres en su entorno cercano.

El mal uso de la tecnología cotidiana, el acceso a redes sociales y a internet se ha convertido en una peligrosa puerta por la que entra cualquier tipo de contenido, sin control. Niños de siete años de esta comunidad han tenido ya sus primeros contactos con la pornografía, según testimonios recogidos en este diario a lo largo de la serie de reportajes en los que EL PERIÓDICO EXTREMADURA ha querido radiografiar, desde sus innumerables caras, el poliedro de factores que desencadenan la violencia machista en cualquiera de sus ámbitos.

Los datos hechos públicos esta semana de conmemoraciones y actos en torno al 25 de noviembre, Día contra la Violencia Machista, revelan que el patrón a nivel nacional se repite en la región. La Junta de Extremadura reconoce que cada día son más jóvenes los verdugos y las víctimas que, en muchos casos, ni siquiera son capaces de identificar esas violencias ‘no visibles’: los controles de los jóvenes adolescentes sobre sus parejas en el uso del móvil o la vestimenta, el lenguaje vejatorio. Hay que cortar de raíz esta tendencia, reforzando la enseñanza y los mensajes de tolerancia, igualdad y respeto en el hogar y las aulas.

El lema de la Junta extremeña elegido para este año es ‘Si hablamos, el machismo calla’. Y, ciertamente, es necesario hablar, porque las actitudes machistas llevan elevando su voz demasiado tiempo y procuran elevar el tono, como los ilusos que pretenden cargarse de razones gritando cada vez más alto.

La violencia de género aún está lejos de erradicarse porque tampoco se ha avanzado en esa sensibilización pese a las incesantes campañas, las protestas, las manifestaciones. Los hechos demuestran que se actúa cuando la agresión es inminente o ha sucedido. De las 2.000 denuncias que van presentadas este año en Extremadura por agresiones machistas, un exiguo 1% se debió a la valentía de la víctima. Solo en casos contados fue el entorno de la agredida la que dio el paso. En el resto, hubo un incidente que requirió actuación policial de por medio.

Falta educación, falta prevención y atención. Actualmente hay más de 2.200 mujeres solo en la comunidad extremeña bajo protección por orden judicial. No hay cuerpo policial capaz de asumir la vigilancia de todas y cada una de ellas a todas horas. Muchas tienen menores a su cargo, tan víctimas como sus madres, que arrastran traumas desde sus primeros años de vida. Pero tampoco alcanzan los psicólogos para atender a unas y a otros. Faltan medios para contener y exterminar una lacra que impide avanzar a la sociedad. Pero lo que sí está al alcance de todos es alzar la voz, denunciarlo claro y alto frente a los que se empeñan en negar la evidencia convirtiéndose en cómplices de quienes no están dispuestos a reconocer la igualdad ni los derechos básicos de las mujeres. Hagamos callar de una vez al machismo.

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