Es decir

Y la palabra será...

Sánchez y Puigdemont.

Sánchez y Puigdemont. / EL PERIÓDICO

Daniel Salgado

Daniel Salgado

Mañana, día 27, la palabra del año. Según costumbre iniciada en 2013 por la Fundación del Español Urgente (Fundéu), mañana se conocerá cuál ha sido la palabra de 2023. No será 'amnistía', una de las doce seleccionadas. Tampoco ‘guerra’, si no lo fue el año pasado (Ucrania) y pese a considerar guerra lo que ocurre en Gaza (la palabra que lo define ni siquiera es candidata). Así que la elección se reduce a diez: de la e de ‘ecosilencio’ a la u de ‘ultrafalso’.

Para empezar, tanto ‘ecosilencio’, que sería la primera por orden alfabético una vez descartada ‘amnistía’ (precipitadamente, cabe añadir), como ‘ultrafalso’, que sería la última (ninguna de las seleccionadas empieza por v de violencia, x de xenofobia, y de yesca o z de zafiedad, por ejemplo), tienen el inconveniente de ser extranjerismos, ‘greenhushing’ y ‘deepfake’, respectivamente, lo cual es una ventaja, por supuesto, dado el gusto de los españoles por españolizar, sea mediante conversión o mediante la afición de dar consejos (’consejos vendo que para mí no tengo’). El inconveniente está en la traducción. ‘Ecosilencio’ connota meditación, algo así como yoga, algún tipo de estado destinado a lograr la unión espiritual con el medio ambiente… Y ‘ultrafalso’, por su parte, es directamente ultrapijo.

Sorprendería que la palabra de 2023 fuera ‘euríbor’, ‘humanitario’, ‘polarización’ o ‘seísmo’, pues las cuatro son candidatas. Pero es sabido que de la Real Academia Española y de la Agencia EFE, promotores de esta iniciativa de la Fundéu, se puede esperar cualquier cosa. De la RAE, por ejemplo, ‘polarización’, por ser término que originalmente se refería a ideas en contraste pero complementarias (un suponer: ciencias versus humanidades) y que hoy ha perdido esa complementariedad y se ha quedado solo con el contraste en tanto que contrario, pasando a definir situaciones, argumentos o bandos extremos.

Y, en el caso de la Agencia EFE, ‘humanitario’, que es el adjetivo’ que elegiría el presidente del Gobierno por la situación que sufre Gaza y el que, por afinidad con el presidente (fue secretario de Estado de Comunicación con él), elegiría Miguel Ángel Oliver, nuevo presidente de EFE.

¿O acaso Bildu se va a conformar con gobernar Pamplona, aunque sea el centro histórico de Euskal Herria?

Si la Fundéu, después de decidirlas doce palabras con mayor presencia en radios, periódicos, televisiones e internet (trabajo de la EFE, se supone) que además tengan algún interés lingüístico (de esto se encargará la RAE, claro), este año hubiera preguntado por ahí cuál de las doce elegidas sería la palabra del año, difícilmente la que anuncie mañana fuera alguna de las tres que siguen. No sería ‘macroincendio’, pese a las devastaciones de Hawái, Canadá, Grecia o Tenerife. Niel acrónimo ‘FANI’, pese a los ofuscados por la ufología y a los emparanoiados con los chemtrails y otras señales de aniquilación de la humanidad. Ni tampoco ‘fediverso’, a pesar de los exhibidores de las redes sociales que quieren privacidad para exhibirse privativamente, es decir, ante quien se federe, es decir, quien pague. Son tres palabras que ni por eufonía ni por significado pueden aspirar a mucho.

No así ‘fentanilo’, por ejemplo, que además de eufónica es palabra de amplio espectro (y con espectro está dicho todo). Y es que un criterio importante para premiar una palabra es conocer su alcance, y no tanto a cuántos como a quiénes, como pasa con ‘amnistía’, a la que se ha descartado precipitadamente: sería la palabra elegida por cualquier independentista, pero en especial el vasco, pues no está claro aún que la amnistía no deba aplicarse también a los presos que lucharon por la independencia de Euskal Herria, si se aplica a los condenados o perseguidos por la independencia de Catalunya. ¿O acaso Bildu se va a conformar con gobernar Pamplona, aunque sea el centro histórico de Euskal Herria? 

* El autor es funcionario