Encerado y clarión

Móvil o no móvil

Uso del móvil en los colegios.

Uso del móvil en los colegios. / EL PERIÓDICO

Saturnino Acosta

Saturnino Acosta

Pues depende, de para qué, cuándo, cómo y cuánto. El móvil es como cualquier herramienta, no depende de ella en sí misma ser buena o mala, es el uso que se haga de la misma la que va a determinar el producto final.

Independientemente de la búsqueda de intención a objetos inanimados, como medio de evitación de la propia responsabilidad, el debate sobre las bondades o maldades del móvil se ha trasladado a los centros educativos y son las propias familias, presumiblemente las que facilitan el primer acceso a los móviles, los que solicitan su uso y regulación dentro del aula.

"Si usted me pregunta si debe regularse el uso del móvil en los centros escolares, la respuesta es evidente

Como viene siendo habitual, de un tiempo a esta parte, se vuelve a buscar en los centros educativos y sus docentes la panacea cervantina cual bálsamo de Fierabrás de los males que sufren nuestra sociedad, a menudo generados por la propia sociedad.

Dudo mucho que un docente permita el uso del móvil dentro del aula para cualquier asunto que no sea el exclusivamente pedagógico, otra cosa bien distinta es el debate ficticio sobre la autoridad del docente para obligar a nuestros púberes a apagar o negar el uso del mismo dentro del aula, acción esta que casi les es imposible a sus propios progenitores o tutores legales fuera del recinto escolar, y no sólo por acción, también por omisión.

Imagínense que el móvil es simplemente una goma de borrar. El alumno puede tanto usarla como no usarla, y si decide usarla puede hacerlo para borrar, para jugar con ella, para tirársela al compañero o incluso para tirársela al propio docente. Excepto en el primero de los casos, el resto es un uso indebido de la goma que sin necesidad de ser regulado, es obvia su corrección por parte del docente dentro del aula.

Somos nosotros mismos los que estamos dándole al móvil un valor para el alumno desmesurado y poniendo en duda la corrección de una mala praxis dentro del aula, cuando tiene el mismo que una goma o un lápiz, herramientas que a tenor del docente son educativas.

Pero lejos de ser contrario a su regulación, soy más que partidario, aunque sea consciente de todo lo anteriormente expuesto, principalmente por lo que evita. En primer lugar, evitará conflictos directos entre alumnado y docente, evitará casos de buylling, ciberacoso, distracciones y un largo etcétera, pero no nos engañemos, un alumno pasa cinco horas en un centro escolar, le quedan diecinueve fuera del aula, y ahí es decisión de las familias su regulación o uso debido, es decir, el para qué, cuándo, cuánto, cómo y dónde, aspectos que si se hubiesen controlado desde que tuvieron acceso al primer móvil, no tendría que ser motivo ni de debate ni de que yo estuviera escribiendo estas líneas el día de los santos inocentes.

Por otro lado, y para concluir, una simple advertencia de los últimos estudios del mal uso de los móviles en púberes, el fenómeno kindling, aumento excitabilidad en las neuronas del sistema límbico que controla los circuitos de impulsividad y manejo de la rabia, y el fenómeno scroll, cuando recibes recompensas del tipo que sea, que hace aumentar la dopamina y que juntos a nivel emocional, se traduce en insatisfacción, hedonismo, la cultura del ocio por encima de todo, primando la inmediatez y disminuyendo la capacidad de tolerar las dificultades.

Si usted me pregunta si debe regularse el uso del móvil en los centros escolares, la respuesta es evidente, pero evidentemente la regulación ni empieza ni acaba en el centro escolar, se viene regulado de casa.

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