Textamentos

Vivir en el ansiolítico

La trabajadora de una farmacia dispensa un medicamento ansiolítico.

La trabajadora de una farmacia dispensa un medicamento ansiolítico.

Francisco Rodríguez Criado

Francisco Rodríguez Criado

El antropólogo Francisco Giner Abati, acostumbrado a vivir en sociedades primitivas, ha presentado ante los medios una curiosa teoría: «Tras el paleolítico y el neolítico ahora tenemos el ansiolítico». No es mal retrato de una sociedad sedentaria como la nuestra, adicta a los móviles, las redes sociales y la comida rápida, que parchea sus traumas a base de antidepresivos y ansiolíticos.

Confieso que cada vez que escucho o leo análisis tan certeros sobre la civilización humana me ruborizo por pertenecer a ella. Pero, por otra parte, ¿qué otra cosa podríamos hacer sino complicarnos la vida? Es lo que hemos mamado en casa: padres al límite preocupados por sacar adelante a la familia, luchando contra la adversidad y los elementos para darnos todo lo que necesitábamos. Todo menos tiempo y armonía...

Podríamos vivir en soledad, reducir al mínimo los gastos superfluos, trabajar el número de horas necesarias, entregarnos al deporte, el reiki, la poesía o la contemplación de las estrellas.

Deberíamos regresar a nuestros orígenes, vivir en plena naturaleza, respirar aire puro. Sí, deberíamos intentarlo. Todo sea por conseguir una buena colección de selfis y un puñado de likes en Instagram

Pero no, antes o después acabamos inmersos en una contrarreloj autodestructiva que nos provoca angustia, depresión, hipertensión, subida del colesterol o problemas cardiovasculares, guiados por esa inercia de hacer todo con urgencia –como si no hubiera un mañana–, tan innecesaria como contagiosa.

¿Por qué pudiendo ser tan felices como los hombres que salen con Giner en las fotografías, miembros de una tribu ignota sin más prendas que un taparrabos y una cinta en el pelo, nos obcecamos en vestir trajes y vestidos de tacto sedoso? ¿Por qué en vez de dormir sobre un lecho de hierba y cenizas lo hacemos sobre una cama con colchón viscoelástico? ¿Por qué preferimos combatir el calor asfixiante del verano bajo el aire acondicionado en vez de recogernos en cuevas?

Deberíamos regresar a nuestros orígenes, vivir en plena naturaleza, respirar aire puro. Sí, deberíamos intentarlo. Todo sea por conseguir una buena colección de selfis y un puñado de likes en Instagram.

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