Textamentos

Pactos con el diablo

Pedro Sánchez en la campaña de las elecciones gallegas.

Pedro Sánchez en la campaña de las elecciones gallegas.

Francisco Rodríguez Criado

Francisco Rodríguez Criado

El 23 de julio Pedro Sánchez trató de capitalizar la victoria en las elecciones generales pese a que había perdido estrepitosamente. Su eslogan ‘Somos más’ incluía a populistas, bilduetarras e independentistas del calado de Puigdemont, que había evadido la Justicia en el maletero de un coche. Con esa frase lapidaria venía a decir: «Pactaré incluso con el diablo con tal de seguir en la Moncloa». Y eso hizo.

En sus previsiones dejaba a un lado las muchas dificultades que iba a tener para amnistiar a la carta a quien hiciera falta con tal de obtener los votos necesarios para seguir ocupando la Moncloa, por no hablar del lastre electoral que su partido iba a tener que soportar a nivel territorial. Esto último, claro, poco le importa a quien solo le importa su persona.

La primera prueba de que esa distinción entre ciudadanos de primera y de segunda (los de primera son los que necesita el presidente para seguir siéndolo; los de segunda somos los demás) iba a marcar la deriva del PSOE la hemos visto en las elecciones en Galicia del pasado domingo, en las que su partido ha sacado los peores resultados de la Historia, cinco menos que en los comicios anteriores.

El poder compra voluntades y amansa a las fieras, pero cuando ese poder llegue a su fin escucharemos clamar a muchos socialistas que ahora, por conveniencia o por falta de coraje, callan

Pensará alguno –yo entre ellos– que no todos los candidatos socialistas son responsables de los desvaríos de su líder, pero no es menos cierto que, excepto versos sueltos (a ratos) como Page, a quien le va bien precisamente por ello,ninguno se ha desmarcado en público de estas políticas que van en contra de la igualdad entre españoles.

El comunicado en Ferraz de la portavoz socialista Esther Peña tras conocer los resultados, apenas un par de párrafos desgranados en dos minutos, sugiere que son malos tiempos para la lírica y para el PSOE, por mucho que Sánchez siga de presidente.

El poder compra voluntades y amansa a las fieras, pero cuando ese poder llegue a su fin escucharemos clamar a muchos socialistas que ahora, por conveniencia o por falta de coraje, callan.

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