Opinión | CARTAS

Juan Francisco Arenas EscasoVirginia Fuentes Rivero

Tributos

Se podría llamar Fidel o Felipe , pero podría tener otro nombre. Rodrigo, Cristóbal,Hernán,… conquistadores y héroes patrios. InclusoFernando, nombre de reyes, por cierto y de ilustres personalidades ( Magallanes, De Rojas, Fernán Gómez, Alonso, Pessoa,…). Hablamos de todo un señor de más de 80 añosque vive en un pequeño pueblo rural. No puedo dar más pistas por la normativa en protección de datos pero puedo definirlo en pocas palabras: entrañable, sentimental y aguerrido. También culto y con formación académica.No entraré en detalles sobre sus aventuras empresariales con más de medio siglo de travesía por todo el mundo. Canadá, Estados Unidos, Colombia, México, … el brillo de sus ojos cuenta historias y pinta con su verbo épicas batallas . Hasta subió las escaleras de la Estatua de la Libertad para contemplar la bahía de Nueva York. Y detrás de esas pupilas, hay muchas lágrimas. De un luchador incansable, que tan solo aspira a devolver parte de su legado en forma de mentoría y cesión de un humilde negocio con grandes expectativas.Un modelo empresarial que movía en su plenitud más de 1.000 millones de pesetas, 6 millones de euros actuales. Y que ahoracarece de relevo. Nadie coge el testigo . Simplemente pide continuar con lo que él comenzó a gran escala. Necesita marineros que tripulen ese barco. Altruismo sí. Pero también negocio. Tan solo pide un humilde canon, alquiler o renta hasta que la actividad genere frutos y durante los años que el tiempo y el de Arriba le hayan concedido. Y su fin no es sino el principio de un camino. Ese dinero sufragará los futuros cuidados para él y su esposa en su casa de toda la vida. Sirvan estas palabras como homenaje a su espíritu incansable. En esa búsqueda activa de tripulantes que se enrolen en su navío. Y para que nadie olvide sus sabios refranes, dejo como impronta el título de este relato. Estoy seguro de que lo conseguirá. No dudo de su victoria. Porque él nunca se dio por vencido. n

Ahora que llega el tiempo de ponerse al día con la hacienda pública, en medio de corrupciones, de paraísos fiscales, de sobornos y de mentiras, una no sabe si tomarse la Constitución como una bella declaración de intenciones, o como una sátira esperpéntica que no da ninguna risa. El artículo 31 del Capítulo II de la Constitución española, habla de contribuir a los gastos públicos de acuerdo a la capacidad económica, mediante un sistema tributario justo y de una asignación equitativa de los recursos públicos. Iré como todos los años a hacer mi modesta declaración de la renta, harta de ver como grandes fortunas siguen engordando y sus propietarios jugando al escondite con la ley. Lo insultante es que salen impunes de cualquier acto delictivo que cometan, no sólo por falta de castigo, también por falta de investigación y/o de procesamiento. ¿Cómo era eso?, «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Cap II, art. 14». ¡Ja! n

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