Opinión

Manuel Sevillano

¿Ventas o prestigio?

La reputación es otro concepto de esos de los que todas las empresas hablan, pero que cada una entiende a su manera

Hablábamos otro día de las declaraciones de Brian Eno cuando dijo eso de mi reputación es mayor que mis ventas. La reputación es otro concepto de esos de los que todas las empresas hablan, pero que cada una entiende a su manera. Mi amigo Justo Villafañe, conocido como el catedrático de la reputación y desgraciadamente fallecido hace ya un par de años (se nos quedó a medias la ginebra, ay), definía la reputación como el reconocimiento que los diferentes grupos de interés hacen de nuestro comportamiento corporativo. Distinguía, por lo tanto, entre comportamiento, lo que hacemos, y el reconocimiento de los diferentes públicos por cumplir nuestros compromisos y satisfacer sus expectativas. Eno puede hacer una música considerada por muchos de culto y conseguir un reconocimiento y admiración por un público más o menos informado, críticos, prensa especializada, colegas de profesión, etc.; y, en cambio, tener pocas ventas.

La ley de la empresa es ganar dinero, claro; pero no de cualquier manera, lo ganan satisfaciendo necesidades. Necesidades de satisfacción rápida e irrelevante o de consumo lento y un poco melancólico

Lo correcto, aunque tampoco vamos a ponernos demasiado canónicos aquí, es que Eno hubiera dicho que tenía más reconocimiento, no más reputación, que ventas. Y este es el caso, ¿cómo medir el reconocimiento? En los ochenta , en 1987 en concreto, dos músicos bastante fiesteros de San Sebastián publicaron un LP con cuatro canciones entre la que estaba ‘Crónica de San Sebastián’, canción que se convirtió, según el Diario Vasco, en el himno de la ciudad. Por esa época otros donostiarras, Duncan Dhu, publican su segundo LP con el tema ‘100 gaviotas’que pronto tuvo un rotundo éxito. Una es un himno, la otra consiguió ventas millonarias. El reconocimiento tiene que ver con las ventas, si alguien vende mucho, además de ser muy lucrativo, se supone que está satisfaciendo las expectativas de un público amplio; pero, también, con el prestigio. La ley de la empresa es ganar dinero, claro; pero no de cualquier manera, lo ganan satisfaciendo necesidades. Necesidades de satisfacción rápida e irrelevante o de consumo lento y un poco melancólico, ahora que de la fiesta tropical que dan en el Ku, solo queda el recuerdo.Volvemos a Brian Eno. Junto al carismático Brian Ferry participó en un par de álbumes de Roxy Music; pero fue su tercer álbum, Stranded, ya sin Brian Eno, con el alcanzaron el número 1 en Inglaterra y marca el mejor momento del ‘boom’ Roxy. Eno ya no estaba allí, ya digo; pero, en cambio, fue el compositor del archivo de sonido de inicio de sesión de Windows 95, The Microsoft Sound. Para una compañía vender de manera sostenida en el tiempo siempre va a ser más complicado que dar un pelotazo; es la diferencia entre una necesidad y un capricho. Las necesidades tienen que ver con el deseo, algo serio; los caprichos con las apetencias momentáneas, una pasión triste. ¿Escuchar Roxy Music sin la guitarra del medio latino Phil Manzanera, este si se quedó, sería deseo o apetencia? Me marcho con los últimos del Urdaneta.

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