TESTIMONIO DE UN EXADICTO

De acogido a monitor en Plasencia: "De la heroína te puedes curar, del alcohol no"

Miguel Ángel Aparicio ha pasado de dormir en las calles, e incluso beberse el gel hidroalcohólico a trabajar en Cáritas con personas sin hogar y adicciones

Lleva tres años sin probar el alcohol y afirma que, "aunque a veces parezca imposible, se puede salir"

Miguel Ángel Aparicio, de acogido a monitor de Cáritas en Plasencia.

Miguel Ángel Aparicio, de acogido a monitor de Cáritas en Plasencia. / TONI GUDIEL

Raquel Rodríguez Muñoz

Raquel Rodríguez Muñoz

La vida de Miguel Ángel Aparicio ha dado un giro de 180 grados. Tiene 55 años, pero confiesa que ha vuelto a los 20, a una época en la que no estaba "anulado" por el alcohol. Ha pasado de ser uno de los usuarios del Centro de Acogida Temporal de Cáritas en Plasencia a ejercer como monitor en este mismo centro, aportando su experiencia y ejemplo a personas sin hogar y con adicciones como las que él tuvo.

Aparicio, como le conoce todo el mundo, es de Salamanca, pero ha vivido durante mucho tiempo en Mérida. Ha sido adicto a la heroína y alcohólico y, al contrario de lo que podría pensarse, esta segunda adicción es la que más le arruinó la vida. "El alcohol es la adicción que más te embrutece, la más barata y socialmente no pasa nada", afirma. De hecho, explica que le resultaba más fácil controlar la necesidad que tenía de heroína que de alcohol.

"Yo hubiera acabado atracando por un cartón de vino", asegura y reconoce que su adicción fue tal que por las mañanas, "tenía que tomarme cuatro copas de coñac para poder coger el coche" e irse a trabajar. Ha sido peón albañil, técnico de sonido, camarero en un bar, pero al final "estaba bebiendo todo el día, en los trabajos no me tenían la misma confianza porque no tienes la misma habilidad y la relación de pareja se deteriora. Me pasaba todo el día delante de la tele, ya no salía de casa".

Acabó durmiendo en las calles y afirma que tenía "cartones de vino escondidos por toda Mérida" y que el alcohol le anulaba de tal forma que podía empezar a beber y levantarse al día siguiente "en Sevilla".

"El alcohol es la adicción que más te embrutece, la más barata y socialmente no pasa nada"

Después de pasar por varios centros, consiguió dejar la heroína, o como él dice, "la heroína me dejó a mí". Ahora bien, asegura que “de la heroína te puedes curar, del alcohol no” y que en esta adicción "no hay fondo. Cuando crees que has tocado fondo, hay otro fondo". De hecho, en el 2016 ingresó en la unidad de alcohol de Plasencia y confiesa que se bebía "el gel hidroalcohólico".

En pisos de vida autónoma en Plasencia

A lo largo de su vida, ha pasado por distintos programas terapéuticos y de desintoxicación. Ha estado en la finca Capote, en el CRR y llegó al CAT para comenzar el proyecto Volver a ser, que cambió su vida. Lleva ya tres años sin probar el alcohol y asegura que le ha costado, pero tiene claro que no puede volver a beber. "Al principio, tuve momentos malos, porque piensas que no vas a volver a disfrutar del alcohol en tu vida, pero, una vez al día, tienes que tomar la decisión de no beber".

Entrar en el programa de Cáritas le ha salvado. "Yo he vuelto a ser quien era cuando tenía 20 años. Si no existiera Cáritas, habría que inventar algo, aquí llamas a la puerta y te abren".

"Con el alcohol, cuando crees que has tocado fondo, hay otro fondo"

El final del programa son los pisos de vida autónoma y en ellos sigue porque "da un poco de vértigo irte a vivir solo". Además, Cáritas le ha dado también una oportunidad laboral en varios programas hasta ser monitor en el Centro de Acogida Temporal. Se ha dado la vuelta a la tortilla y ahora es él quien acompaña a los acogidos. "Cada vez estoy más a gusto en ese papel porque les puedo transmitir mi experiencia y comprenderles perfectamente", aunque alaba el trabajo de todos los monitores y el apoyo que le han dado.

También el de trabajadoras sociales como Julia y todos los que creyeron en él más que él mismo. Su experiencia "da esperanza" a otros porque ha comprobado en su propia piel que "se puede salir, aunque a veces parezca imposible". Ahora, se siente "muy cercano a la felicidad, muy a gusto conmigo, lo aprecio mucho todo y soy muy afortunado también por el círculo de amigos que tengo. Ni en el mejor de mis sueños me veía así".

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