EL BOMBO

Programas electorales

Es bien sabido que el público en general no los lee, puesto que los tiene como una propaganda que raramente se cumple

Antonio Sánchez Buenadicha

Antonio Sánchez Buenadicha

En estos días los partidos políticos presentan sus programas a las elecciones municipales. Estos programas no van dirigidos al público pues es bien sabido que el público en general no los lee, puesto que los tiene como una propaganda que raramente se cumple. De manera que la ingente cantidad de ingenio y dinero que se emplea en elaborarlos y presentarlos va encaminada a que sea valorada por los medios de comunicación y a darles munición a sus más fieles militantes que no solo se los creen, sino que se comprometen a defenderlos donde sea necesario.

Así pues, un programa debe llevar en su contenido al menos un tema que llame la atención de los medios de comunicación, de manera que no les queda más remedio que darle realce en sus noticiarios para que sirva de comentario entre los votantes. Las preclaras mentes de los asesores, los cerebros grises de los partidos y los candidatos estrujan sus meninges hasta dar con el tema estrella que generalmente es una ocurrencia que a ningún votante se le ha ocurrido porque no tiene relevancia alguna ni supone ningún beneficio para la ciudad. Por ejemplo el teleférico al santuario de la Montaña. Si al menos fuera un funicular por aquello de la canción napolitana...

Otras veces el ciudadano sabe que la propuesta es imposible, como lo de las baldosas levantadas (llevamos décadas). Si las calzadas romanas aguantan siglos sin que se mueva una piedra, lo de nuestras baldosas solo tiene explicación en la negligencia de quienes hacen la obra o la contratan.

Extraña que ningún partido hable del Buda y las construcciones que le acompañan. Será porque en estos días solo puede ser protagonista la Virgen de la Montaña. Lo que da mucho juego es lo de la mina. Desde el ‘no’ radical hasta el ‘sí’ con condiciones, pasando por quedarse de perfil, ponen de manifiesto que hay partidos que no saben qué es lo que quiere la mayoría del electorado y aún no saben lo que harán. Hasta los que no han gestionado nunca y los que han gestionado mal aseguran que harán una magnífica gestión. Como para creerlos.