LA MIRADA

Más sorpresas

Las elecciones del 28 de mayo han deparado más consecuencias de las esperadas: nos vuelven a convocar a unos nuevos comicios

Urnas en unas elecciones generales.

Urnas en unas elecciones generales. / EUROPA PRESS

Ya avisé hace un par de semanas de que estuviéramos preparados, porque el día 28 de mayo podrían pasar cosas con más menos consecuencias. Bueno, pues parece que han sido más que menos. No penséis que me tengo por alguien que lo que dice vaya a misa, ni mucho menos, más bien todo lo contrario: no suelo dar ni una, mis augurios suelen quedan casi siempre en nada.

Lo cierto es que lo sucedido ese día, a más de uno le va a fastidiar las vacaciones en la segunda quincena de julio. Sin tan siquiera pasar dos meses desde las últimas, nos vuelven a convocar a unas nuevas elecciones, y esta llamada es más importante de la que acabamos de responder el 28 de mayo. Nos jugamos la marcha del país para los próximos cuatro años. Como la ley marca que una sola persona decida la cuestión, con tal de cumplir los plazos exigidos, don Pedro ha decido que, visto lo visto, no merecía la pena esperar siete meses. ¿De verdad creéis, que, si pasaba lo que pasó, no lo tenía ya pensado?

La comparecencia duró pocos minutos, por eso os recomiendo conocer todas las posibles conjeturas que se pueden hacer de esta decisión, quizá nos llevemos alguna sorpresa. Pero lo más importante es que a través de ese conocimiento, podremos formarnos mejor nuestra propia opinión sobre dicha noticia, si es que ya no la tenemos bien formada.

Me preocupa mucho esta cuestión. En una sociedad tan plural como la que nos rodea, donde se puede oír, ver y escuchar de todo, resulta importantísimo tener todo lo claro que podamos nuestras opiniones, debemos saber dar razón de lo que pensamos o creemos. No vale decir que pienso así únicamente porque lo he pensado siempre, o porque lo dice tal o cual personaje. No, no..., esto no vale, hay saber fundamentar nuestras convicciones.

Y segundo, si yo estoy convencido de lo anterior, tengo que saber aceptar que el que tengo al lado puede llegar a conclusiones distintas a las mías. Todo lo que sea intolerancia, o imponer por la fuerza lo que uno cree que es lo mejor, nos aleja en realidad de los principios fundamentales de la convivencia. Nuestra fuerza, es la fuerza de la razón.

Una vez recuperados de las ferias tan pasadas por agua que hemos tenido en Cáceres, os animo a todos a seguir en la «lucha» diaria.

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