el blog del cronista

El Carneril

El Carneril del siglo XXI, poco tiene que ver con sus propios orígenes. En el tiempo presente se encuentra envuelto en un espacio urbano diferente. Nuevos barrios se han creado en el entorno del veterano Carneril, es el barrio que custodia la cueva de Maltravieso que la casualidad y los barrenos de una vieja cantera sacaron a la luz.

Cueva de Maltravieso.

Cueva de Maltravieso. / EL PERIÓDICO

Fernando Jiménez Berrocal

Fernando Jiménez Berrocal

La crónica de las ciudades no solo la escriben guerreros y gobernantes, tampoco es privilegio de los actores del pasado o los mercaderes del presente. También se encuentra escrita en cada espacio urbano, en cada barrio donde la vida fluye de manera natural, donde las relaciones humanas siguen formando parte de la subsistencia diaria. Para los que circulamos habitualmente por los arrabales de la historia, se nos hace difícil escribir sobre el pasado de nuestra ciudad sin tener en cuenta la importancia que la evolución urbana ha tenido en el desarrollo social de nuestra ciudad. La aparición de barrios alejados del centro histórico, principalmente a partir de los años 50 del pasado siglo, ha servido para hilvanar la ciudad actual. Uno de esos barrios populosos y populares es nuestro querido Carneril. Lugar para la morada de vecinos venidos de fuera o emigrados del centro urbano en busca de su propia vivienda.

 A pesar de llevar el nombre del obispo Llopis, bajo cuyo patrocinio se construyó la mayor parte del barrio, el Carneril es casi una marca en el entramado urbano cacereño del siglo XXI. Siempre llevará tatuado el nombre que corresponde a su toponimia histórica. El Carneril, la arcaica dehesa donde pastaban ovejas y carneros, situada en los ejidos de la vieja villa, cerca de la dehesa de los Caballos, vendida por el ayuntamiento para aminorar la ruina que dejó en la ciudad la Guerra de la Independencia. El lugar de canteras, donde se obtenía la piedra que se cocía en hornos de donde salía la cal para la construcción y el ornato. El barrio popular y trabajador que, desde los años cincuenta, ha cobijado a miles de familias que lo han convertido en su lugar para la vida.

Los primeros colonizadores del veterano Carneril construyeron sus propias casas. Se les exigía ser naturales y vecinos de Cáceres, vivir de un jornal eventual y no tener bienes inmuebles de clase alguna. También se valoraba tener el mayor número de personas a su cargo. Estas concesiones de solares por parte del ayuntamiento, recibieron cientos de solicitudes de familias que vivían en condiciones difíciles; desde chozos y chabolas en diferentes lugares de la ciudad, hasta viejas casas del arrabal sin condiciones de habitabilidad. Primero se hicieron casas autoconstruidas de una sola planta, luego vinieron los pabellones y al final los bloques de pisos para escoltar la vieja carretera de Medellín. Con el paso de los años, el Carneril se ha ido convirtiendo en un barrio que ha desarrollado sus propias señas de identidad. Barrio que ha ido conquistando, con mucho esfuerzo, mejoras y progreso. El agua corriente, el asfaltado de sus calles que se inundaban de barro rojizo los días de lluvia, tiendas de comestibles, bus urbano, escuelas, farmacia, jardines, bares, churrería, ferretería o casa de cultura. Un barrio en evolución permanente. No exento del sacrificio y el trabajo que identifica los avances de las clases populares.

El Carneril del siglo XXI, poco tiene que ver con sus propios orígenes. En el tiempo presente se encuentra envuelto en un espacio urbano diferente. Nuevos barrios se han creado en el entorno del veterano Carneril, es el barrio que custodia la cueva de Maltravieso que la casualidad y los barrenos de una vieja cantera sacaron a la luz. El Carneril ya no es el barrio periurbano que amparó a los desheredados de Cáceres, aunque aún sigue conservando personajes y acontecimientos que lo avalan como un lugar con historia, su propia historia, dentro de la estructura social y urbana de la ciudad que lo vio nacer y prosperar, desafiando inclemencias de toda índole y en reto permanente para definir su futuro.

© Fernando Jiménez Berrocal

Cronista oficial de Cáceres

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