Fútbol

El Barbaño, jugando un siglo por detrás

El club de Segunda Extremeña clama soluciones de forma desesperada por un campo de tierra que le obliga a suspender sus partidos con las lluvias

Estadio Municipal Antonio Moto de Barbaño

Estadio Municipal Antonio Moto de Barbaño / cedida

Barbaño es una entidad local menor dependiente del Ayuntamiento de Montijo, en el corazón de las Vegas Bajas del Guadiana. Tiene censados 651 habitantes y gran parte de su población vive del campo. Y de la fruta. Pese a ser bastante pequeño, es un municipio con mucha vida. Es conocido por haber dado grandes comparsas al Carnaval de Badajoz, por las fiestas del emigrante de la primera semana de agosto o por su romería de San Isidro. Pero si hay algo que mueve prácticamente a todos sus vecinos es el fútbol y la Unión Polideportiva Barbaño. Sin embargo, desde hace tiempo, tienen un grave problema. Su campo sigue siendo de tierra y cuando vienen lluvias, más que un campo es un auténtico barrizal, por lo que jugar allí resulta una quimera.

Actualmente milita en el grupo tercero de la Segunda División Extremeña, las catacumbas del fútbol regional. Para ellos, la categoría no es lo más importante. Lo que les molesta, de forma continuada, es ver cómo sus partidos tienen que suspenderse cuando las lluvias aparecen en el calendario. Sin ir más lejos, el pasado fin de semana no pudo jugar su partido en el municipal Antonio Moto por su lamentable estado.

«Hace años no importaba jugar en campos de este tipo porque no había otra opción. Pero ahora, que ver estos campos es algo casi del siglo anterior, nadie quiere jugar aquí. Los rivales ni se quieren vestir. El árbitro tampoco está por la labor. Hoy día, prima mucho la salud del jugador y la prevención de lesiones. Y en campos así, pues tú me dirás». El que habla es José Domingo Serrano, uno de los capitanes del Barbaño. Es natural de allí y a sus 29 años refleja con rabia contenida la situación que viven año tras año. «Es normal que nadie quiera venir aquí con estas condiciones. Ya nos han avisado, tanto desde la Federación como los árbitros, que se nos van a aplazar muchos partidos con las lluvias. No nos dan otras soluciones. O lo aplazamos o nos vamos a jugar a otros campos».

La pregunta es: ¿por qué no llega un campo de césped artificial? «Aquí nadie nos hace caso. ¿A un pueblo de 600 habitantes nos van a hacer caso? Sólo tenemos equipo senior y el no tener escuela de fútbol quizá nos penaliza. Pero tenemos mucha historia de fútbol y por aquí han pasado muchos futbolistas. Y mucha afición. Es una pena», lamenta Serrano. 

Esta semana, el Barbaño ha tenido que desplazarse a la vecina localidad de Puebla de la Calzada a realizar sus entrenamientos. Otras veces han tenido que ir a Montijo o a Lobón. «Intentamos pedir prestados los campos, pero los otros equipos hacen lo que pueden. Tienen a sus equipos allí entrenando. Unas veces nos dejan medio campo. Otras veces un cuarto. Y hay semanas que jugamos de domingo a domingo, sin entrenar ningún día». A pesar de las adversidades, el Barbaño está tercero de su grupo. Tiene dos partidos menos que el líder, el Metelinense, al que empataría a puntos en el coliderato de ganar esos dos encuentros pendientes. Cuando tienen que jugar en césped y el campo está impracticable, han entrenado en ocasiones en el parque del pueblo. 

Desesperados, claman a Diputación o a la Junta que les puedan escuchar. También piden a la Federación Extremeña que les pueda dejar jugar en algún campo.

Esta es la realidad del Barbaño, uno de esos equipos modestos que sigue jugando en tierra. En barro. En condiciones infrahumanas. Casi anclados en el siglo anterior. 

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