Fútbol. Segunda Federación

La luz del Diocesano se apaga

Los colegiales vuelven a sucumbir a sus propios errores y caen en casa ante el Guadalajara (1-2)

Javi Bernal corre con el balón durante el duelo entre el Diocesano y el Guadalajara en los campos Manuel Sánchez Delgado de Cáceres.

Javi Bernal corre con el balón durante el duelo entre el Diocesano y el Guadalajara en los campos Manuel Sánchez Delgado de Cáceres. / SAMUEL FERNANDEZ

1 - Diocesano: Miguel Cordero, Manu, Sahuquillo, Rubén Sánchez, Rubén del Valle, Javi González,César Susmel, Juanjo Chavalés (Rayco, min. 60), Pablo Guerrero (Crespo, min. 60), Isi (Bote, min. 79), Javi Bernal (Pablo Margallo, min.. 81).

2 - Guadalajara: Samu Pérez, Stevens (Thompson, min. 74), Sergi Segura, Souza Jr. Ablanque, Dario García, Cruz, Riveiro (Gallardo, min. 84), Santano, Morcillo (Juan Rodríguez, min. 74), Tellechea (Chupi, min. 74).

Goles: 0-1: min. 50, Santano. 11-1: min. 62, Rayco, 1-2: min. 83, Chupi.

Árbitro: Jesús López Fernández (Comité Gallego). Amonestó a los locales César Susmel y Rubén Sánchez; y a los visitantes Stevens y Ablanque. 

Incidencias: Partido de la vigesimoséptima jornada de Segunda Federación jugado en los Campos Manuel Sánchez Delgado de Cáceres ante unos 180 espectadores.

La luz se apaga para el Diocesano. Víctima de sus propios errores, nada nuevo, cedió una derrota ante el Guadalajara (1-2) que puede ser definitiva. Las matemáticas aún dicen que hay opciones, pero a los colegiales, que en 27 partidos han sumado 22 puntos, le separan 10 de la permanencia. Una quimera, una misión imposible. 

La Segunda Federación le ha quedado grande al Diocesano. Salvo las primeras jornadas que invitaron a soñar, el resto ha sido un quiero y no puedo, un traspiés tras otro como consecuencia de la inexperiencia en una categoría donde cualquier error penaliza mucho. Y más cuando se habla de fallos infantiles, como algunos de los colegiales. Sin ir más lejos, en el segundo gol de este domingo ante el Guadalajara, un tanto que nació en un saque de banda y que el balón, antes de llegar al atacante, incluso botó en el césped de Pinilla. 

Llegaba de sumar el Diocesano en las cinco jornadas previas. Cinco empates que no servían de mucho para escapar del abismo. Salió con ímpetu ante el Guadalajara, con ganas de adueñarse del balón y dominar el juego. Un espejismo que duró lo que tardó en asentarse sobre el césped artificial de Pinilla el conjunto alcarreño, que pasó a controlar el partido, pero sin crear peligro más allá de un par de remates de cabeza de Morcillo a centros laterales y un disparo lejano y potente de Cruz que se fue alto. Más escaso fue el bagaje del Dioce, encomendado a robar, correr y servir balones a Javi Bernal y Juanjo Chavalés, que por momentos era el jugador más adelantado de los cacereños. Pocos argumentos para un equipo tan necesitado.

El primer gol visitante

El paso por los vestuarios no cambió el paisaje. El balón era del Guadalajara, el Diocesano corría detrás de él. Avisó Santano con un disparo alto cuando se habían jugado dos minutos y, a la siguiente que tuvo, en el 50, la metió en la portería de Miguel Cordero. Pedían fuera de juego los de casa, pero lo cierto es que el cuadro visitante tuvo dos opciones de remate dentro del área sin que la zaga rojilla acertara a sacar el balón.

Una acción del partido entre el Dioce y el Guadalajara.

Una acción del partido entre el Dioce y el Guadalajara. / SAMUEL FERNANDEZ

Noqueado, el equipo de Adolfo Senso no acertaba a reaccionar, así que el entrenador movió el avispero. Sacó a Juanjo Chavalés y Pablo Guerrero. Los dos se habían hartado de correr. Entraron Crespo y Rayco, lo que significaba que el Diocesano iba a jugar con dos nueves sobre el terreno de juego. 

Funcionó. Pues cuando apenas llevaba dos minutos en el campo Rayco igualó el partido tras una rapidísima contra de los locales conducida por Isi, que centró al área. Bernal no llegó al balón, pero sí el atacante canario, que esperaba en el segundo. Su disparo lo llegó a despejar un defensor, pero cuando la pelota ya había atravesado la línea de gol.

El Dioce vivió entonces sus mejores minutos en un arrebato de orgullo, pero con más ganas que cabeza, lo que se traducía en precipitación en ese último pase que debe ser decisivo. Un disparo del juvenil Bote desde dentro del área fue lo más cerca que estuvo de volver a marcar. Y el balón se fue fuera.

El Guadalajara, que sí tiene eso de lo que adolece el Diocesano, veteranía, tiró de ella para apuntarse la victoria. El segundo gol de los visitantes nació en un saque de banda y aunque el lanzador lo llevó casi al área pequeña, el balón botó antes de llegar a la cabeza de Chipi, que remató ajustado al palo, a media altura. Cordero no pudo hacer mucho.

De este último golpe ya no se levantaron los de casa, que empiezan a resignarse sabedores de que su irremediable destino es volver a la Tercera Federación.

Adolfo Senso: «Cometemos errores impropios de esta categoría»

«Regalando tanto no se puede ganar, eso está claro», reconocía al final del partido contra el Guadalajara Adolfo Senso, entrenador del Diocesano. «Cometemos errores impropios de esta categoría que nos hacen perder», añadía. «No ha sido un partido para perder. Ellos han tenido el balón más que nosotros, pero lejos de nuestra portería. Por ocasiones no han sido superiores. Hemos fallado en los dos goles», seguía el análisis del preparador colegial, «son errores muy de bulto que demuestran que al equipo le falta madurez para competir en algunas situaciones del partido».

Los diez puntos que separan al Diocesano de la permanencia a falta de siete jornadas para el final hacen hablar claro a Senso: «Hay que ser realista. Estaba complicado antes y después de haber perdido en casa todavía más. Sabíamos que íbamos a pelear aquí [por la permanencia], pero aún tenemos la ilusión de pelear a todos». Esa es la motivación con la que los rojillos encararán las jornadas que restas. «Hay que hacerles ver [a los jugadores] que el equipo contrario no te ha apabullado, lo que pasa es que el fútbol se traduce en goles y en no encajar».

Mientras, el entrenador del Guadalajara, Gonzalo Ónega, se lamentó por un penalti no pitado a los suyos y por el gol del Dioce: «El balón igual no traspasó la línea».

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