UN VIAJE A MARRUECOS MARCADO POR EL TERREMOTO DE MARRAKECH

Una extremeña, tras volver de Marruecos sana y salva: «Sigo dando las gracias a Dios»

Viajaban tres extremeños: Laly Hernández (Cáceres), Antonio Sánchez (Badajoz) y Sonia Fernández (Plasencia)

«Tengo claro que voy a volver a Marruecos, he dejado algo pendiente allí y Marrakech nos necesita»

Laly Hernández junto a su moto antes de que se produjera el terremoto de Marraquech.

Laly Hernández junto a su moto antes de que se produjera el terremoto de Marraquech. / El Periódico

Laly Hernández Fernández (Cáceres,1965) estuvo en Marrakech el mismo día en el que se produjo el terremoto de grado 7 que ha levantado toda la ciudad dejando sin hogar a más de 3.000 personas. Esta cacereña salía de Tarifa dirección Tánger el pasado 1 de septiembre para recorrer con su moto más de 2.000 kilómetros. Es la segunda vez que cruzaba el país en moto y esta vez lo hacía acompañada por 17 motoristas de todas partes del país, dos de ellos extremeños: Antonio Sánchez (Badajoz) y Sonia Fernández (Plasencia). Iban acompañados de Alicia Sornosa, la motera madrileña conocida por ser la primera mujer de habla hispana en dar la vuelta al mundo en moto.

Esta vez la ruta que tenían planeada los motoristas era ir de Tánger a Chauen para hacer su primera noche ahí y desplazarse al día siguiente hacia Fez, cruzarse el atlas y dormir en Merzouga (en pleno desierto). Tras este recorrido, decidieron moverse hacia Marrakech atravesando otro puerto de montañas donde cuenta la motorista que había pueblos de pobreza extrema y casas de barro que ahora no puede quitarse de la cabeza. «Qué habrá sido de esos hogares y de esos niños», se pregunta conmovida la motera. Allí estuvieron dos días alojándose en un hotel ahora derruido para después desplazarse hacia Arcila, la ciudad marroquí en la que vivieron el terremoto. 

Laly dice que nunca se le olvidará que, junto a su compañero Antonio, estuvieron festejando el Día de Extremadura. Fue después de cenar cuando sintieron el temblor en la terraza del hotel. «Se movía el suelo, las sillas, todo». Sin darle más importancia se fueron a dormir y al levantarse es cuando fueron conscientes de la gravedad de lo ocurrido. «Me llegaban mensajes y llamadas de teléfono de todo el mundo preocupados por nosotros», explica. «No podíamos creer de la que nos habíamos librado, vine todo el camino de vuelta dándole las gracias a Dios», comenta esta cacereña emocionada.

En Marrakech conocieron a una pareja de holandeses que se quedaron esa noche en la ciudad viviendo el terremoto que, a día de hoy, ha causado más de dos mil muertos. Laly ha conseguido hablar con la mujer holandesa, Yvonne Visser, quien le cuenta que han sobrevivido los dos. «Han vivido la peor noche de sus vidas, se quedaron allí ayudando a las víctimas, nos han pasado fotografías de los sitios en los que estuvimos juntos el día antes y estaba todo derruido», relata con cierto nerviosismo.

La vuelta a casa

La vuelta a casa la vivieron con preocupación. «Solo sabíamos decir: veremos a ver si no se repite otro, por favor que nos pille en España», narra la motera. Aún así, la cacereña explica que no le dio tiempo a pensar en lo que había ocurrido porque al levantarse se pasó todo el día viajando en moto y no paró hasta llegar a Tarifa el sábado al mediodía. «Yo no tuve prácticamente tiempo de parar y al llegar al hotel y ver en las noticias lo que había dejado atrás, me conmoví», explica.

La ruta que hizo Laly estaba organizada por una agencia de viajes y a pesar de que ocurriera semejante desgracia, su viaje no se vio afectado por ninguna modificación y salió tal y como tenían planeado. «No sé cómo hemos podido tener tanta suerte, no quiero ni imaginar qué hubiera sido de nosotros si el terremoto hubiera sido horas antes», cuenta Laly conmovida. «Pienso que nos ha acompañado un ángel», añade.

Laly llegó el domingo a la ciudad de Cáceres y todavía se recupera del susto. Aún así hay algo que tiene claro: tiene que volver a Marrakech. Esta cacereña es sanitaria en el Hospital San Pedro de Alcántara y cree que ha dejado «algo pendiente allí, nos necesitan», asegura. «No puedo parar de pensar en las personas a las que compré en la plaza principal, ¿habrán sobrevivido?», se pregunta apenada.

Lo que parecía ser una habitual ruta en moto se ha convertido en una lección de vida para Laly. «Si nos hubiera pasado algo allí no hubiéramos tenido ni hospitales públicos, ni sanidad de calidad para curarnos», argumenta. 

Un viaje con final amargo para recordar y según asegura Laly «para repetir».

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