Opinión | Desde el norte

El paro tiene nombre de mujer

La brecha se produce al llegar a un mercado laboral en el que la mayoría de los empresarios siguen siendo hombres

Seis de cada diez parados en Extremadura y España son mujeres. Es un dato objetivo, como que, en la subida del desempleo registrada en enero en la región, el 93% han sido mujeres. En números, 2.183 frente a 142 hombres, escandaloso.

Me niego a creer lo que dirán algunos, que a lo mejor es que esas mujeres estaban menos formadas que los hombres y por eso las han despedido, poco más que se lo habrán merecido.

No digo que no habrá algunos casos así, pero tratándose de una diferencia tan abultada debe de haber algo más. Aunque muchos no quieran verlo, una de las causas son las cargas familiares, que hoy día siguen llevando en mayor medida las mujeres. Aunque por supuesto la situación ha mejorado con respecto a épocas pasadas, la igualdad en las tareas del hogar y la crianza de los hijos sigue siendo una utopía.

Si el jefe pide horas extra, el hombre va a seguir teniéndolo más fácil para decir que sí que una mujer porque sigue subyaciendo una conciencia de que es más responsabilidad de ella que de él atender a los hijos o la casa.

Hay quien considera que en esto las mujeres tienen parte de culpa, la palabra clave, porque son ellas mismas las que dicen aquello de yo me quedo con los niños para que tú eches más horas. Pero de nuevo aquí hay detrás esa culpa que siguen sintiendo muchas mujeres si, en lugar de quedarse con los niños, son ellas las que hacen horas extras a cambio de que el hombre se quede en casa. Así que, en cualquier caso, siguen perdiendo ellas.

Las mujeres de hoy, por regla general, están como mínimo igual de preparadas que los hombres. Solo hay que ir a institutos o universidades y ver la proporción de mujeres y hombres con notas altas. La brecha se produce al llegar a un mercado laboral en el que la mayoría de empresarios siguen siendo hombres, que siguen viendo por ejemplo la capacidad reproductiva de la mujer como un punto negativo a la hora de elegir entre contratar a un hombre o a una mujer.

No estoy a favor de la discriminación positiva, pero sí de que los contratos se hagan pensando únicamente en los méritos formativos y profesionales, no en el género del que aspira a un empleo. Dudo que la situación vaya a cambiar a corto plazo, transformar la conciencia social tarda generaciones. Ojalá nuestras hijas y nietas vean una igualdad real. 

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