Opinión | A la intemperie

Empresarios (a pesar de todo)

O donde se habla de sus depredadores naturales

Empresarios (a pesar de todo).

Empresarios (a pesar de todo). / El Periódico

Sólo el de Mercadona o todos? En general, todos. Para nuestros gobernantes, esa aleación de escombro político que nos gobierna, en general, todos. Todos culpables. O, cuando menos, todos sospechosos. Y así, lo que siempre ha sido santo y seña de marginales, de maleantes y, muy principalmente, de vagos de toda laya, es ahora bandera de los gobernantes que nos golpean. Especialmente a los empresarios.

¿Hay empresarios despiadados? No los conozco, pero a buen seguro que alguno habrá, aquí o acullá. De lo que no estoy tan seguro es que haya en este gobierno, gobernante bueno. Por acción o por omisión, todos son, además de sospechosos, culpables. Y no lo siento por ellos, que ellos sabrán, lo siento por nosotros, los gobernados (golpeados). «En medio del mar el barco se hundió, la culpa la tuvo el señor capitán que se emborrachó, no siento el barco que se perdió, siento el piloto y la tripulación, pobres marinos, pobres pedazos de corazón que la mar brava se los tragó», ¡Triste! ¡Triste habanera!

El populismo no tiene reparo en emborracharse de la más burda hipocresía. En la ciénaga que habita todo vale. Aun así, no deja de sorprenderme. Esta semana, por ejemplo. Más impuestos. A cascoporro. Por el morro. Más cotizaciones sociales que, por si alguno lo ha olvidado, son impuestos al empleo. O sea, menos empleo y más dinero en las arcas públicas para gastarlo a lo bobo, porque lo gastan, al menos en parte, en gran parte, a lo bobo. Estos desnutridos que nos gobiernan, se han empeñado, al modo comunista, en sembrar votos sembrando deuda, paro, pobreza, racionamientos, imposiciones, prohibiciones y calamidades. Para nosotros y para nuestros nietos. ¡Vaya tropa! Abominan de Juan Roig por quedarse y de Rafael del Pino por irse. Al final se irá todo el que pueda irse como se van los muchachos en cuanto terminan sus estudios. Y, los que se quedan, se quedan a pesar del gobierno que hace lo que puede y aún más por que se vayan.

Y las paladitas, si eso, al socavón que separa Cáceres de Badajoz

Más o menos lo que pasa en Extremadura. Esta misma semana hemos sabido de iniciativas empresariales que van dando pasos hacia su puesta en marcha. Pasitos que se airean una y otra vez porque el que no tiene otra con su abuela se acuesta. Y bendita sea. Y aquí viene la hipocresía de los bedeles extremeños del sanchismo. Ahora sí, ahora a echar la palada de rigor sobre la primera piedra, a ponerse la medallita, a sacar pecho electoral. Es el momento de preguntarnos si esas empresas vienen a nosotros gracias a ellos o a pesar de ellos. La respuesta es obvia, vienen a pesar de ellos, no gracias a ellos. Vienen a pesar de los impuestos, más altos aquí que en otras regiones, vienen a pesar de sus depredadores naturales, vienen a pesar de los peajes y hasta de las puertas giratorias. A pesar de, por supuesto. Otras, simplemente, no vienen.

En fin, yo sigo creyendo que la riqueza de los pueblos la crean los que trabajan (y eso va por los trabajadores, y, en particular, por esos trabajadores que llamamos empresarios). Sigo creyendo que sin empleo no hay pensiones, ni subsidios, ni siquiera funcionarios. El Estado está para llegar donde no llega la libertad de emprender y de trabajar. Para dar amparo a los desahuciados de la justicia, no para convertirnos a todos en sopistas, no para el yo invito, pero tú pagas. Por ese camino, el del comunismo, solo se va al hambre y a la miseria. Y los empresarios se irán, y tras ellos se irá el empleo, y las arcas públicas se llenarán de telarañas, pongamos por caso, sin ser hirientes, como en Cuba. Lo saben hasta en China (a fuerza de pasar hambre).

Y las paladitas, si eso, al socavón que separa Cáceres de Badajoz.

*Abogado

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