Zona Zero

El último blues de Rodríguez

Mientras el músico tiraba tabiques en Detroit toda una generación sudafricana hacía suyos sus poemas de denuncia social

El cantante Sixto Rodríguez durante un concierto en España.

El cantante Sixto Rodríguez durante un concierto en España. / ELISENDA PONS

Juan José Ventura

Juan José Ventura

A principios de agosto fallecía Jesús Sixto Rodrígueza los 81 años, protagonista de una de las hazañas musicales más importantes de la historia, incluso por encima del endiosado Bob Dylan. Este cantautor de origen mexicano afincado en Detroit tuvo una vida plena, ejemplar, pero sobre todo anónima, a pesar de haber vendido millones de discos.

Su carrera musical pasó sin pena ni gloria en los Estados Unidos, con tan solo dos álbumes publicados ‘Cold Fact’ (1970) y ‘Coming From Reality’ (1971). La escasa venta de ejemplares de estos trabajos -muy alabados por la crítica- le llevó a abandonar su carrera y dedicarse a la construcción. Sin saberlo y sin comunicárselo las editoras discográficas, sus discos empezaron a tener un gran éxito en Sudáfrica, pues sus letras llegaban muy hondo a los jóvenes de un país marcado por el apartheid, la miseria, la segregación racial y la dictadura. Sus discos eran rallados por los censores y eso los convertía aún más en objeto de deseo. 

Mientras Sixto Rodríguez restauraba casas y tiraba tabiques, toda una generación hacía suyos sus poemas y melodías, elevándolo a la categoría de mito. De hecho, durante un tiempo se hablo de un suicidio en pleno escenario de este cantautor maldito. Cuando todos pensaban que había muerto, un grupo de entusiastas se dedicó a buscarlo, dio con él y lo revivió para la música. Rodríguez dejó los ladrillos para ir de gira como una gran estrella a Sudáfrica, donde fue recibido en olor de multitudes. Después retomó su vida anónima sin más alharacas en su ciudad natal, donde se presentó, sin lograrlo, a alcalde. El cineasta Malik Bendjelloul hizo un documental sobre su vida Searching for Sugar Man, que recibió un Óscar. Lamentablemente el director se suicidó a los 36 años durante un proceso depresivo. La vida tiene una cara B, aunque no todos sabemos llevarla igual.

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