A la intemperie

En el día de la gilda

Socorridos encurtidos de las humildes barras de España entera

Una "gilda"

Una "gilda"

Fernando Valbuena

Fernando Valbuena

"¡Una gilda, por favor!” Nada tan simple. Más simple que el mecanismo de la tiza. Y, sin embargo, como la rueda, redonda. Las gildas, Gilda y hasta las hermanas Gilda, las de los tebeos. ¡Vaya tres! ¡Vaya dos! Leovigilda y Hermenegilda… Pero para gildas, las gildas de aquel bar baracaldés, al pie de casa, que llamaban Jarrón y que, a estas alturas, no sé si seguirá despachando o formará en alguna centuria de barras caídas en combate. Por aquel entonces, gildas de por medio, leía yo tebeos. Leovigilda era cándida, chaparra y gordita. Hermenegilda, tiesa, larga y amojamada. ¿Se acuerdan? Ya no se leen tebeos… ¿Qué leen ahora los que a vivir empiezan?

Hoy se celebra el día de la gilda en Guipúzcoa; siempre en diciembre, aunque el día exacto baile al son de las conveniencias. Que la gilda es donostiarra de nacimiento ya lo tendrán ustedes oído. Que si Casa Vallés, que si Joaquín Aramburu, que si ese cinco de enero de 1948 se estrenaba “Gilda” en el Salón Miramar… Que si verde, que si picante, que si salada… Rita Hayworth en estado de gracia. Una historia mil veces contada que quizá no sea del todo cierta. Al parecer hay por ahí una foto de la legendaria banderilla datada seis años antes, en 1942, en otra cuna, el también donostiarra Bar Martínez. Quizá. ¿Y por qué no vizcaína? Bilbao presume de gildas. Pudiera ser.

La barra tiene sus leyes. O las tenía. Respetarlas en estos tiempos irreverentes tiene su mérito

Lo triste es que de aquellas maneras no queda sino el recuerdo. ¿Se acuerdan del “Tango de la Menegilda”? Sus años tendrán si se acuerdan de Nati Mistral. Aquella sí que era una mujer de bandera. De rompe y rasga, de ordeno y mando y hasta de mando en plaza. Si tuvieran la edad necesaria, les preguntaría por ella. Les preguntaría si Gilda o si Menegilda. Si Rita o si Nati. De todo aquello, un abismo cubierto de nieblas. Y es que ahora vas a San Sebastián, a las barras donde huronean los turistas, y nada es lo que era. Barras emperifolladas donde un pavo, como si oficiara una ceremonia milenaria, te ofrece un plato como si fueras un mono de feria, como si de allí no pudieras salir sin zamparte una docena de pinchos. Los chinos lo cogen entre reverencias. Y los de Valencia lo cogen imitando a los chinos. Y hasta hay vascos que lo cogen imitando a los valencianos. Jóvenes los más... Desesperados, casi tanto, como las hermanas Gilda por encontrar marido. Desesperados por zamparse la barra entera de un solo mordisco. Sin tregua. Sin armisticio. Y me entra una pena tan grande y tan honda que me amarga la gilda…

Hacen bien los guipuzcoanos en celebrar su día, el día de la gilda, aunque yo, ante San Hermenegildo, rey de la Bética, mares de olivos, juro que, como aquellas del Bar Jarrón, ningunas

La barra tiene sus leyes. O las tenía. Respetarlas en estos tiempos irreverentes tiene su mérito. Quizá haya que huir de ciertas barras y de ciertas compañías, quizá haya que buscar dónde, porque sigue habiendo dónde. Barras donde celebrar las tradiciones. Una barra, un pincho. Y otra, otra barra y otro pincho. En calma. En soledad o en cuadrilla. Si somos cuatro, cuatro rondas. Si somos tres, tres rondas. ¡Ay de aquellas rondas! ¡Ay de aquellas canciones! Barras de tradición banderillera, que es como decir barras de un tiempo ido. Sacrosantos encurtidos de aquí y de allá, socorridos encurtidos de las más humildes barras de España entera. Tan baratos, tan fáciles de servir y de conservar…, tan lustrosos y tan sabrosos. Y sí, probablemente, ninguna banderilla como la gilda, y más aún si la manzanilla es de primera, la piparra de Ibarra y la anchoa del Cantábrico, pero en mi memoria aquel bote enorme al final de la barra de todas las barras humildes de España. Hacen bien los guipuzcoanos en celebrar su día, el día de la gilda, aunque yo, ante San Hermenegildo, rey de la Bética, mares de olivos, juro que, como aquellas del Bar Jarrón, ningunas.

*Abogado

Suscríbete para seguir leyendo