Extremadura desde el Foro

Extremadura circular

De trenes que pasan debíamos estar escarmentados

PLANTA RENOVABLE HIBRIDA

PLANTA RENOVABLE HIBRIDA

Alberto Hernández Lopo

Alberto Hernández Lopo

En esta misma columna, comentábamos la pasada semana las conclusiones de la COP28, la cumbre global sobre el clima. El paso adelante (pese a que ser más ‘descafeinado’ de lo que vende la versión oficial) en el proceso de descarbonización y progresiva reducción en el uso de los combustibles fósiles. Como siempre, el diablo está en los detalles.

Esta transición verde no merece los reproches de determinados sectores reaccionarios. Ni vale la pena debatir sobre si el origen del deterioro es antropocéntrico o no. Cierto que los discursos apocalípticos no ayudan al entendimiento de la verdadera naturaleza de la cuestión, pero nuestro actual modelo de producción y consumo exige la asunción de medidas de protección medioambiental. Lo que tampoco oculta que los compromisos globales revelan una marcada asimetría entre países, en cuanto a obligaciones asumidas y al desequilibrio en los niveles de contaminación. Es cierto que China y Estados Unidos han alcanzado un reciente compromiso para alinearse con los objetivos globales. A nadie se le escapa que la ejecución de los acuerdos multinacionales sobre el clima son papel mojado sin la participación de los dos grandes productores industriales. China avanzará para alcanzar el máximo de emisiones en 2025 (cinco años antes de lo previsto) pero sigue siendo responsable de un tercio de las emisiones, más que los principales países de la Unión Europea combinados. Y eso sin mencionar el consumo de petróleo, incluso en un entorno económico con ajuste para el gigante asiático.

Sin esquemas de coinversión privada, que beneficien para a la vez servir de “obligación” a los inversores, todo acuerdo está condenado al fracaso. Al final, la fotografía no deja de exponer un contexto complejo, que en ningún caso elude la necesidad en la transformación. Y eso constituye una oportunidad para nuestra región

Por eso, conviene ser realistas. Acerca de la velocidad de adopción y, especialmente, sobre la inversión necesaria. Sin esquemas de coinversión privada, que beneficien para a la vez servir de “obligación” a los inversores, todo acuerdo está condenado al fracaso. Al final, la fotografía no deja de exponer un contexto complejo, que en ningún caso elude la necesidad en la transformación. Y eso constituye una oportunidad para nuestra región.

Con un objetivo específico de triplicar las renovables y duplicar la eficiencia energética, Extremadura posee las herramientas adecuadas para cumplir un papel relevante dentro del ecosistema nacional. Esta oportunidad tiene una triple vertiente:

Primero, precisamente en la capacidad de producción de energías limpias. Las renovables siguen sin resolver las pérdidas de vertido a la red y su almacenamiento, pero el avance tecnológico (fundamentalmente en cuanto al segundo problema) debe ayudar a colocar la producción de estas energías como eje la nuestra política energética. Extremadura es absolutamente excedentaria (algún estudio regional habla de un exceso del 500% sobre el consumo) y cuenta con una potencia instalada de más de diez mil megavatios, más del 80% proveniente de la energía solar.

Segundo, la explotación de espacios destinados a la industria del reciclaje. No estoy aquí pensando en un tipo concreto de residuos, sino en el aprovechamiento del proceso completo. Desde la biorresiduos (vinculado a fuentes energéticas limpias) al reciclaje plástico, pasando por el férrico y no férrico. Noticias como la no recogida delecopolígono de Cáceres (lo tos en el aspecto uso de la energía) fuera del plan eléctrico del alto consumo es un mal síntoma (probablemente, de dejadez por parte de la anterior administración)

Tercero, los materiales claves para la transformación energética. Los cuatro metales de transición (aluminio, cobre, litio y níquel) tienen alta presencia en nuestra región. La responsabilidad (sobre todo, con aquellos cuyos recursos son finitos) es abordar la extracción como una necesidad, lo que no debe implicar desatender sensibilidades sociales.

En la anterior ocasión que los populares gobernaron en Mérida, se acertó al poner el foco en las ‘balanzas’ energéticas y en incidir en la contribución de Extremadura a nivel país. Pero al final quedó en un enfoque político, abrió un debate que no se aprovechó para generar pactos regionales ni para establecer condiciones adecuadas.

Extremadura debe crear un sistema para optimizar esta ‘ventana’”de oportunidad: un sistema fiscal para la atracción de inversiones, la agilidad en la tramitación administrativa y, sobre todo, trabajar en una reorientación de nuestros recursos que comience en la ordenación territorial. De trenes que pasan debíamos estar escarmentados.

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