Opinión | Espectráculos

Memoria republicana

La República favoreció uno de los momentos más brillantes de la cultura española, que se vio drásticamente truncado con la victoria franquista

Bandera republicana.

Bandera republicana.

Mañana, 14 de abril es, como es sabido, aniversario de la proclamación de la Segunda República. Una efeméride que este año llega en medio de la polémica por la ofensiva de los gobiernos autonómicos de PP y Vox para sustituir la Ley de Memoria Democrática por lo que ellos llaman leyes “de concordia” y que lo que pretenden básicamente es blanquear la dictadura franquista y decir que ambos bandos hicieron cosas malas.

Conviene recordar obviedades como que, aunque en todas las guerras ambos bandos cometan atrocidades, la represión fue, desde el principio, mucho más extensa y sanguinaria en la España tomada por los sublevados, y que esta represión se prosiguió con ensañamiento durante muchos años después de la victoria, hasta el punto de que nuestro país tiene el triste record de ser, solo por detrás de Camboya, el país con más fosas comunes del mundo. Fosas que, por supuesto, cobijan restos de republicanos, pues los muertos del bando vencedor fueron exhumados y homenajeados como mártires.

También conviene recordar que nuestra democracia, si tiene un precedente, es el de la República de 1931 que, con todas sus imperfecciones, fue la única democracia que habíamos tenido y que implementó conquistas tan excepcionales como la del voto femenino, que se aplicó en España mucho antes que en Francia, por ejemplo. Ya vendría luego el franquismo a derogar ese y otros derechos, hasta el punto de que, durante la dictadura, las mujeres no podían abrir una cuenta bancaria sin autorización de su marido, padre u otra figura masculina que las tutelara. Aún así hay mujeres nostálgicas del franquismo, pero también hay mujeres que apoyan a los talibanes.

Fue la única democracia que habíamos tenido y que implementó conquistas tan excepcionales como la del voto femenino, que se aplicó en España mucho antes que en Francia, por ejemplo. Ya vendría luego el franquismo a derogar ese y otros derechos, hasta el punto de que, durante la dictadura, las mujeres no podían abrir una cuenta bancaria sin autorización de su marido, padre u otra figura masculina que las tutelara. Aún así hay mujeres nostálgicas del franquismo, pero también hay mujeres que apoyan a los talibanes

Por otra parte, la República favoreció uno de los momentos más brillantes de la cultura española, que se vio drásticamente truncado con la victoria franquista, y que provocó el mayor exilio de la historia de nuestro país, en el cual marcharon la mayoría de los escritores que tenían alguna relevancia. El canon literario que se impuso durante el franquismo los silenció o minimizó su importancia, y las secuelas de ello aún se mantienen. A rescatar y reivindicar esa obra se viene dedicando, desde hace más de treinta años, el GEXEL (Grupo de Estudios del Exilio Literario), codirigido por los profesores Manuel Aznar Soler y José Ramón López García, de la Universidad Autónoma de Barcelona. El segundo de ellos ha coordinado últimamente un par de libros, ambos publicados por la editorial Visor, que pueden ser buenas recomendaciones de lectura para quienes aún ignoran la importancia de lo que se escribió en el exilio.

El primero de estos libros, Memoria del olvido. Poetas del exilio republicano español de 1939, es una monumental antología (unas mil páginas) de la poesía escrita en el destierro, precedida por un completo estudio introductorio de López García, que explica los criterios de selección de unos poemas que agrupa de modo temático en siete secciones: “Retirada, campos, travesías”, “La guerra no ha terminado”, “Otras orillas”, “Patria y ausencia”, “Los dioses en el exilio”, “Las palabras del regreso” y “El exilio heredado”, esta última sección sobre la llamada segunda generación del exilio. Junto a poetas tan conocidos como Cernuda, Alberti, Juan Ramón Jiménez o León Felipe, hay otros que lo son menos, pero de gran valía como María Encisoo Luis Rius. También hay bastantes poemas anónimos, de quienes se sentían, sobre todo, representantes de unos valores.

El otro libro, Memoria e historia del exilio republicano de 1939, recoge quince estudios sobre libros de memorias y epistolarios de exiliados, mostrando la complejidad de sus experiencias en el exilio, una complejidad que hoy algunos quieren sepultar bajo una visión simplificadora y monolítica de la historia. n

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