Homilía por el día de la patrona

El obispo de Plasencia pide perdón por el robo de la corona de la Virgen

Ernestro Brotóns solicita también confianza: "Nos han arrebatado un pedacito, no pequeño, del corazón, pero no han podido robarnos la devoción y el amor a nuestra Madre"

El obispo de Plasencia, Ernesto Brotóns en la misa de este domingo.

El obispo de Plasencia, Ernesto Brotóns en la misa de este domingo. / EL PERIÓDICO

Raquel Rodríguez Muñoz

Raquel Rodríguez Muñoz

El obispo de Plasencia, Ernesto Brotóns, ha presidido la misa solemne por el Día de la Virgen del Puerto, patrona de los placentinos. En su homilía, no se ha olvidado del robo de la corona de la Virgen, por el que ha pedido perdón "por la responsabilidad que podamos tener al no haber sabido o podido responder con suficiente eficacia y acierto a la confianza depositada en nosotros" y también confianza, ya que "Nos han arrebatado un pedacito, no pequeño, del corazón, pero no han podido robarnos la devoción y el amor a nuestra Madre, ni qué decir del amor que nuestra Señora del Puerto nos tiene".

A continuación, reproducimos el texto íntegro de la homilía del obispo:

Queridos hermanos y hermanas

¡Feliz fiesta de la Virgen del Puerto!

Es un regalo encontrarnos un año más y hacer fiesta en torno a nuestra Madre, para agradecer como pueblo, todos juntos, su cuidado materno, su amor y su ternura, donde nos alcanza el amor y la ternura de Dios.

Es una alegría y un regalo contemplarla y poder acercarnos a Ella, como tantas veces hemos hecho, ¿quién no?,en los momentos buenos y en los difíciles, quizá alguna vez con lágrimas en los ojos, y, siempre, seguro, con el corazón en la mano. No dejemos de hacerlo, por favor.

En su mirada encontramos consuelo y luz. Su amor de madre nos une y reúne en familia, en comunidad, en pueblo. El eco de sus palabras, tantas veces escuchadas y también oradas a lo largo del pasado año jubilar,«Haced lo que Él os diga», permanece aún vivo en nuestros corazones. Dejémonos mirar por Ella, sigamos su ejemplo, y dejemos que nos conduzca a Jesús, al Resucitado.Mientras nos sostenga esa mirada tierna de la Virgen, Plasencia no estará huérfana, ninguno de nosotros estaremos huérfanos. No nos cansemos de darle gracias, de suplicarle, de hacer fiesta.

Este año nos acercamos, ciertamente, a Ella con una gran pena en el alma, tras el robo no solo de una corona, sino de un pedazo de nuestro corazón, del corazón de todos los placentinos,recuerdo y memoria tierna y agradecida de nuestros mayores.

Lo vividoduele en el alma, por lo que supone y significa. Desde el amor que os tengo, desde el amor compartido a nuestra Madre, comprendo y comparto con vosotros el dolor y la indignación por todo lo sucedido y cómo ha sucedido.Como osdecía el viernes en el pregón, son muchos los sentimientos y emociones que en estos días bullen en mi corazón: dolor, preocupación, tristeza… yuna humilde petición de perdón, también confianza…; petición de perdón,como pastor de esta Iglesia diocesana,por la responsabilidad que podamos tener al no haber sabido o podido responder con suficiente eficacia y acierto a la confianza depositada en nosotros, mas, también y ante todo, confianza y esperanza,en la Madre y en todos vosotros, porque nadie nos va a poder nunca arrebatar el cariño a la Virgen, porquenada ni nadie nos podrá separar jamás de su amor.

Nos han arrebatado un pedacito, no pequeño, del corazón, pero no han podido robarnos la devoción y el amor a nuestra Madre, ni qué decir del amor que nuestra Señora del Puerto nos tiene. Por eso estamos hoy aquí. No nos dejemos robar la esperanza, ni la fe, ni la alegría, ni el sentimiento fraterno que nos une en familia.

Hoy, hemos venido a la casa de la Madre, como pueblo, a decirle que le queremos.

Queremos hacerlo unidos, con un solo corazón y sentir, como nos decía la primera lectura, que nos invita a ser solidarios y fraternos, especialmente con nuestros hermanos más pequeños, a construir un mundo mejor, más humano. Sirva al Señor y a nuestra Madre nuestrasolidaridad de desagravio. Al mal se le vence siempre con el bien.

Queremos hacerlo, sí, con una mirada de fe, que nos invita, como a Tomás, a descubrir al Señor Resucitado y acercarnos a Él en las llagas de nuestros hermanos, las llagas de un mundo que sufre, de todo hombre y mujer sufriente, del que entrega su vida por los demás.Por eso, hoy la Iglesia nos recuerda que la misericordia ha de estar en el centro de nuestras vidas. En el centro, la persona, su dignidad, su dolor…

Queremos hacerlo con un corazón bien dispuesto, prestos a aceptar ese envío del Señor Resucitadoa anunciar el Evangelio, a dar testimonio con nuestra vida, con nuestra palabra y ejemplo, de su amor. «Como el Padre me ha enviado, así os envío yo. Recibid el Espíritu Santo». Dios quiere amar a través nuestro. La misión siempre brota del amor. Comunión, fraternidad y misión van unidas.

En esta mañana, María nos saluda con las palabras del Resucitado: «paz a vosotros». Necesitamos su paz, en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestra Plasencia y en nuestra Iglesia, también en nuestro mundo herido. Pidamos por la paz y el cese de toda violencia y muerte en la tierra de María (hoy se cumplen seis meses de esta guerra), en Ucrania, en tantos lugares… Hoy, Ella, junto a Jesús Resucitado, nos dice también: «paz a vosotros». Y hoy, en especial, nos recuerda, «vosotros, sí, vosotros… sois mi corona», vosotros sois ese tesoro que ni la polilla corroe, ni los ladrones pueden robar. Y nuestro mayor tesoro es Ella y, con Ella, el Señor.

Feliz fiesta de Ntra. Señora del Puerto. Que Ella, la Canchalera, nos guíe y acompañe. Bajo su amparo pongo nuestra ciudad, nuestros hogares y familias, y nuestra querida Iglesia de Plasencia.