TRIBUNA

El bulevar de Virgen de la Montaña y la protección del patrimonio urbano

El bulevar de Virgen de la Montaña es la huella física de un rico patrimonio inmaterial del pasado revivido en el presente de varias generaciones que no puede ser borrado  

El bulevar de Virgen de la Montaña en una fotografía de archivo.

El bulevar de Virgen de la Montaña en una fotografía de archivo. / EL PERIÓDICO

Julián Sobrino

Llegué a Cáceres en 1980. Allí viví durante cuatro años, algunos de los más dichosos de mi vida, y, mientras impartía clases de Formación Humanística en el instituto de Formación Profesional Javier García Téllez, descubrí las ‘otras’ Cáceres: el antiguo espacio industrial y ferroviario de Aldea Moret y la Ribera del Marco con las vistas de la ciudad vieja; porque siempre me ha gustado pasear, hacer derivas urbanas, fuera de las rutas convencionales de las ciudades patrimoniales, porque «lo exótico está siempre al alcance de la mano, basta con perderse y explorar la propia ciudad» (1957, Guy Debord).

Y el bulevar de la Virgen de Montaña de Cáceres forma parte de esa ciudad no convencional, que no se incluye en las rutas turísticas, que simplemente, sirve, es útil, y por eso es importante. Y, desde un plano teórico, su conservación y posible intervención, forma parte de un debate muy actual en relación con el tan manoseado paradigma de centro o conjunto histórico, que ya no nos sirve para entender la ciudad, para gestionarla y para conseguir una protección representativa de sus diferentes estratigrafías históricas. 

Y el bulevar de la Virgen de Montaña de Cáceres forma parte de esa ciudad no convencional, que no se incluye en las rutas turísticas, que simplemente, sirve, es útil, y por eso es importante

Porque hemos de responder a una pregunta ¿Hasta cuándo llega lo histórico? ¿Un bulevar que va a cumplir 100 años no es patrimonio cultural, no es histórico? Todo ello cuando conocemos que las arquitecturas del Racionalismo español, desde 1925 hasta 1965, ya gozan de protección en numerosos lugares de nuestro país y de todo el mundo.

El origen histórico de los bulevares como elementos urbanos se remonta a la planificación urbana de la Europa del Renacimiento y la Edad Moderna, en particular en ciudades de Francia y los Países Bajos. En sus orígenes, los bulevares eran espacios ajardinados con árboles y áreas verdes que se construyeron a menudo en las antiguas murallas de la ciudad o fortificaciones que habían quedado obsoletas debido a los avances en la artillería y las técnicas militares.

Con las reformas urbanas de la mitad del siglo XIX se diseñaron los bulevares de París, tal como los conocemos hoy, en el período del urbanista Georges-Eugène Haussmann, quien llevó a cabo un ambicioso proyecto de renovación urbana en la ciudad. Desde entonces, en numerosos planes de planificación urbana en Europa y América, el bulevar cobrará un importante protagonismo debido a la amplitud de sus andenes de paseo y de circulación, a que facilitaba la alineación de los edificios y a que incorporaba de una manera funcional las zonas ajardinadas en los espacios públicos de tránsito, proporcionando lugares agradables donde la ciudadanía pudieran pasear y disfrutar de la vida al aire libre.

El bulevar de la Virgen de la Montaña de Cáceres forma parte del libro de la ciudad, es una de sus páginas

La importancia de la conservación de las estructuras urbanas históricas de nuestras ciudades radica, no sólo en su valor histórico (antigüedad), en su atribución (autoría), en su función (utilidad), en su belleza (estética), sino en su carácter de documento construido que se instala en la trama urbana y en la memoria de sus habitantes. El bulevar de la Virgen de la Montaña de Cáceres forma parte del libro de la ciudad, es una de sus páginas y, además de proporcionarnos información acerca de cómo fue planificada la ciudad por la arquitectura del primer tercio del siglo XX, nos permite conocer los valores urbanos de Cáceres asociados a su mentalidad cultural y formas de organización, en lo económico: la revalorización inmobiliaria de la ciudad extramuros del ensanche, en lo social: las modas y costumbres del placer de pasear para ver y ser visto o en la imagen urbana: una ciudad que se aburguesa y adopta los lenguajes de la modernización.

El bulevar de la Virgen de la Montaña es la huella física de un rico patrimonio inmaterial del pasado, revivido en el presente de varias generaciones, que no puede ser borrado mediante su pretendida transformación en un anodino viario híbrido. El alcalde no puede optar por ceder esa decisión crucial, en clara dejación de funciones, en manos de decisiones técnicas ajenas, externalizando su propia responsabilidad.

Esa no es la cuestión. El verdadero debate debe centrarse en la caracterización patrimonial intrínseca de esta red urbana, definida, a mi juicio, por su consideración como una estructura espacial histórica conformada, en su tipología, por un dosel ordenado linealmente por la doble hilera de árboles que, con una composición simétrica, recorre el eje de la avenida.

En la actualidad tanto los conceptos y las normativas que afectan a los paisajes históricos urbanos (Unesco 2011) y la legislación histórica urbanística ponen de manifiesto la obligatoriedad de que las administraciones públicas protejan los testimonios más relevantes de su pasado histórico y cultural desde la consideración de que no son objetos aislados, sino desde la concepción de que componen, unos junto a otros, un sistema patrimonial en el que además de por su valor documental, han de conservarse porque son parte de la ciudad como espacio físico, constituyen claras referencias visuales al convertirse en el hilo y la trama de la ‘apariencia de la ciudad’, de modo que el planeamiento urbanístico debe convertirse en la principal herramienta jurídica de protección del paisaje que podemos definir por su triple carácter de fragilidad, rareza y belleza.

la legislación histórica urbanística ponen de manifiesto la obligatoriedad de que las administraciones públicas protejan los testimonios más relevantes de su pasado histórico

El Ayuntamiento de Cáceres debería tener como misión mejorar este digno eje urbano, que une la avenida de España con la plaza de los Conquistadores, reparar su pavimento, replantar la vegetación desaparecida, mejorar su mobiliario urbano y transformar los dos viales de tráfico actuales en calzadas de circulación controlada de baja velocidad. Esta es la estrategia en la que debe centrarse el Gobierno Municipal y realizará una operación más económica, más sostenible y más cuidadosa con la memoria de la ciudadanía.

 La conservación preventiva y el mantenimiento eficiente son la mejor metodología para un urbanismo responsable. Nos gusta mucho esta página del libro de la ciudad de Cáceres, porque nos reafirma en la realidad que vivimos a través de los valores que permanecen.

El autor es profesor en la Escuela de Arquitectura de Sevilla

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