el blog del cronista

San Marquino

Los orígenes del barrio tienen mucho que ver con la creación de la actual carretera que conduce desde la fuente del Concejo hasta el santuario de la Virgen de la Montaña. También con la existencia en el lugar de la vieja ermita que actualmente sigue erguida, rodeada de casas que se han ido construyendo en diferentes etapas del siglo XX

Una imagen del interior de la actual ermita de San Marcos, en San Marquino.

Una imagen del interior de la actual ermita de San Marcos, en San Marquino. / CEDIDA A EL PERIÓDICO

Fernando Jiménez Berrocal

Fernando Jiménez Berrocal

Desde la Edad Media, la construcción de ermitas por parte de las diferentes cofradías o hermandades gremiales fue una constante, que dio como resultado la edificación de pequeñas capillas que se ubicaban en caminos de acceso a las villas, o en sus lugares más emblemáticos, como las calles donde se agrupaban los vecinos del mismo oficio o la propia plaza pública.

En el caso cacereño se llegaron a contabilizar más de veinte ermitas tanto en el interior del recinto habitado como en los accesos y andurriales cercanos. Sabemos de su existencia por diferentes motivos, principalmente porque muchas de ellas siguen existiendo en la actualidad. Otras desaparecieron en diferentes etapas del pasado por motivos dispares: desde la ruina económica de las cofradías que las imposibilitaba para mantenerlas en pie, o por venta debido a su deterioro, o por haber sido desamortizadas a mediados del siglo XIX.

Exterior de la ermita de San Marcos.

Exterior de la ermita de San Marcos. / CEDIDA A EL PERIÓDICO

Como testigos de un tiempo pasado, muchas de estas ermitas camineras dieron nombre a calles y barriadas que se construyeron en su entorno más cercano: San Blas, Espíritu Santo, Santa Gertrudis, San Idelfonso, San Antón, San Benito, San Antonio, Consolación o San Marquino. Nombres que nos guían por la huella toponímica que estas pequeñas construcciones religiosas han dejado en el paisaje urbano local.

Uno de los barrios cacereños con denominación de origen ermitaño es San Marquino, por estar situado en el entorno de la antigua ermita de San Marcos ‘el nuevo’, en contraposición a otra ermita cacereña, desaparecida en los años 60 del pasado siglo, que con el nombre de San Marcos ‘el viejo’ estaba situada a los pies de la actual torre del Gitano o de los Pozos. 

Este barrio con nombre diminutivo de vieja ermita, tiene un emplazamiento único y especial. Situado en la primera loma, según se inicia la subida al santuario de la Montaña, sus pequeñas casas se asoman tanto a la vieja ribera como al elevado escenario de fachadas palaciegas y torres, que justo enfrente se ofrecen como horizonte fronterizo entre las huertas de la ribera y la arquitectura que las envuelve. Crean una atmosfera difícil de superar en cuanto al disfrute de vistas al Cáceres intramuros y al propio arrabal artesano. Un lujo para amantes de crepúsculos plenos de magia y color.

Hoy San Marquino sigue siendo un barrio entrañable desde su privilegiada atalaya

Los orígenes del barrio de San Marquino tienen mucho que ver con la creación de la actual carretera que conduce desde la fuente del Concejo hasta el santuario de la Virgen de la Montaña. También con la existencia en el lugar de la vieja ermita que actualmente sigue erguida, rodeada de casas que se han ido construyendo en diferentes etapas del siglo XX. Sabemos que con anterioridad a la creación del barrio actual, en sus inmediaciones, se situaba el molino de San Marquino, activo en 1855. También de la existencia, cerca de la ermita, del llamado pozo de la Mora, que existía en 1853, o que hubo diferentes pedreras de donde se extrajeron los materiales para las primeras construcciones que se realizaron en el entorno de la vieja ermita caminera. 

LA CONSTRUCCIÓN de una nueva vía de acceso al santuario de la patrona de Cáceres, la actual carretera, fue un reto que desde finales del siglo XIX se hizo patente ante la dificultad que constituía el viejo camino de herradura, que bordeando parte de la Sierra de la Mosca permitía acceder hasta el santuario. La construcción de la actual carretera no estuvo exenta de polémica desde sus inicios.

San Marquino.

San Marquino. / CEDIDA A EL PERIÓDICO

EL ILUSTRE Publio Hurtado, en una carta enviada al ayuntamiento cacereño en octubre de 1896, se preguntaba que cómo «puede consentir el sibaritismo moderno que por conquistar un ápice de comodidad, llegue hasta a destruir un camino de penitencia, como el de la Montaña, cuya misma aspereza era un mérito más para el devoto que acudía a llorar sus cuitas al altar de su patrona, y a pedirle protección contra los sarcasmo de la suerte». Sea como fuere, al final se construiría la actual carretera que hace más cómoda la subida al santuario.

Una vez ejecutado el nuevo y moderno acceso, se inicia un proceso de urbanización de ambos lados en sus primeros repechos, en torno a la vieja ermita de San Marquino. Creándose un barrio de viviendas autoconstruidas que en diferentes fases, entre 1921 y 1950, van a permitir que se urbanice un amplio espacio de terreno desde Fuente Concejo hasta los alrededores de Fuente Rocha.

Imagen panorámica de San Marquino.

Imagen panorámica de San Marquino. / EL PERIÓDICO

Viviendas ubicadas sobre solares de carácter municipal, que fueron asignados preferentemente a trabajadores «naturales y vecinos de Cáceres, que no posean bienes inmuebles, siendo obreros manuales, prefiriendo entre ellos, aquellos que tengan a su cargo mayor número de familiares», según disponía la normativa municipal que permitía la concesión de solares.   

Hoy San Marquino sigue siendo un barrio diferente, tanto en su topografía como en su entramado interior. Un barrio entrañable que desde su privilegiada atalaya ha sabido evolucionar, hasta el tiempo presente, sin perder su esencia de barrio popular, favorecido por su excelente ubicación. 

 * Cronista Oficial de Cáceres.

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