el apunte

Un presupuesto de Cáceres que deja muy poco margen para hacer política

Esta semana se han aprobado definitivamente las cuentas del ayuntamiento para 2024. A pesar de ser la principal norma que se debate todos los años, muchos de sus gastos ya están comprometidos 

Aprobación definitiva del presupuesto, con los votos de los ediles del PPy Vox, en el pleno de este miércoles.

Aprobación definitiva del presupuesto, con los votos de los ediles del PPy Vox, en el pleno de este miércoles. / JORGE VALIENTE

José Luis Bermejo

José Luis Bermejo

Esta semana el pleno del ayuntamiento aprobó definitivamente su presupuesto para 2024. Su entrada en vigor se ha hecho solo con un mes de retraso, el 1 de febrero se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia tras ratificarse por la entidad local el día anterior. Solo un mes porque pocas veces se ha logrado aprobarlo definitivamente antes del 31 de diciembre, que es la fecha en la que, en teoría, debería contar con esta ratificación. El presupuesto es el acuerdo más importante que todos los años tendrá que adoptar la corporación municipal. 

De momento el PP, en el gobierno y con minoría, ha conseguido sacarlos adelante. Ha tenido el voto de Vox para garantizarse la mayoría absoluta y esto se repetirá, seguramente, con el presupuesto de 2025 y de 2026, pero ese respaldo, probablemente, no se producirá cuando se debata el último presupuesto del mandato, el de 2027, ese año es electoral y cada uno de los partidos marcará distancias. Es lo que pasó en 2023 con PSOE y Unidas Podemos y lo que ocurrió en 2019 con PP y Cs. No es una cuestión de siglas, sino de estrategia política y electoral.

Pero, pese a la importancia que tiene la aprobación del presupuesto como la principal norma que se ratifica anualmente, ¿permite hacer política? La respuesta a este pregunta es que no deja mucho margen. Una prueba de ello es que casi siempre todos los gobiernos locales tienen que buscar un recurso de última hora para proyectar suficientes ingresos con los que atender todos los gastos. En el pasado mandato, Luis Salaya lo consiguió en su primer presupuesto con la recepción extra que se encontró del impuesto de construcciones por la recaudación derivada de la instalación de parques fotovoltaicos. Y este mandato, Rafael Mateos lo ha logrado dejando fuera de inicio del presupuesto la partida del pago a diputación por el servicio provincial de extinción de incendios, se aplaza su abono tras llegar a un acuerdo con la institución provincial para su incorporación en el presupuesto en el segundo trimestre del año, cuando se conozca el resultado del remanente de tesorería para gastos generales, que se espera que sea elevado.

No se puede hacer mucha política con el presupuesto porque ya de entrada cuesta mucho cuadrarlo. Y luego está que la mayoría de los ingresos ya están comprometidos para gastos que son fijos (personal principalmente, -y eso que en esta ocasión se ha decidido dejar sin crédito al menos 36 plazas que están vacantes, aunque al final se han tenido que incluir financiación para tres de ellas-, y el mantenimiento de los servicios públicos). Es una situación que se da en este mandato y en los anteriores. 

El resquicio que hay para hacer política es con las ordenanzas (con la subida o bajada de la fiscalidad), con las subvenciones o ayudas (para favorecer determinadas actividades y sectores), con algunos gastos corrientes (en este mandato, por ejemplo, con la externalización de la redacción de proyectos para tramitar cambios en el plan de urbanismo que faciliten el desarrollo de actividades) o con las inversiones (este año se logran 4,5 millones de recursos propios para este capítulo). Dentro de estas últimas están las que, tal vez, sean las principales intervenciones que se harán en este mandato:plaza Marrón, Virgen de la Montaña (aquí se espera un rechazo social) y un complejo deportivo en Nuevo Cáceres. No es mucho, pero con el presupuesto que hay, que en sus líneas generales se repite todos los años, sería bastante sí se hacen. 

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