Baloncesto. LEB Oro

Cáceres, esto ya es otra cosa

El conjunto verdinegro salva una situación crítica contra el Melilla con un espíritu claramente renovado (92-85)

Kenny Hasbrouck corre con el balón camino del aro del Melilla.

Kenny Hasbrouck corre con el balón camino del aro del Melilla. / LORENZO CORDERO

92 - Cáceres Patrimonio de la Humanidad: Dani Rodríguez (3), Kenny Hasbrouck (11), Kostas Vasileiadis (14), Kevin Bercy (17), Julen Olaizola (10) -cinco inicial- Albert Lafuente (3), Pablo Sánchez (10), Carlos Toledo (2), Lysander Bracey (8), Vaidas Cepukaitis (14).

85 - Melilla Sport Capital: Javier López (12), Guille Mulero (17), Samuel Rodríguez (1), Joan Pardina (9), Bamba Fall (20) -cinco inicial- Rodrigo Fernández de Heredia (10), Gonçalo Pereira (4), Alex Thompson (10), Sergi Huguet (2), Bright Mensah (0).

Marcador por cuartos: 19-16, 47-42 (descanso), 67-64 y 92-85 (final).

Árbitros: Albacete, Gómez y Alejo. Eliminados: Olaizola (min. 40) y Rodríguez (min. 40).

Incidencias: Decimosexta jornada de la LEB Oro. 1.800 espectadores en el Multiusos Ciudad de Cáceres.

Sensación de ‘match-ball’ salvado para el Cáceres Patrimonio de la Humanidad, que venció por 92-85 al Melilla en un partido emotivo al máximo, resuelto en los últimos tres minutos, cuando la situación se le había puesto muy fea al conjunto extremeño. Perder hubiese resultado un palo enorme en plena reconstrucción de la plantilla y con la urgencia de salir del sótano de la LEB Oro cuanto antes.

Cierto que se pudo perder perfectamente, pero este es ya otro equipo, tiene más armas y desde luego se parece mucho más al que quiere su entrenador: alegría en ataque y gusto por el ‘barro’ en defensa. Estaba claro que con la plantilla que se formó en verano no se iba a conseguir y que ha habido que meterle buenos euros a la llegada de jugadores ‘de verdad’ como Kenny Hasbrouck y el debutante Kostas Vasileiadis. Muy pronto puede unírseles Sasa Borovnjak, a punto de rescindir su contrato con el HLA Alicante. El Cáceres está perfectamente situado para acogerle en su seno. Añadir a un ‘5’ tan resolutivo permitiría afrontar la segunda parte de la temporada con garantías.

Carlos Toledo intenta anotar durante el partido de anoche en el Multiusos.

Carlos Toledo intenta anotar durante el partido de anoche en el Multiusos. / LORENZO CORDERO

El equipo, en fin, huele a otra cosa, a sentir que en ataque pueden alargarse los minutos de producción anotadora y que, en el otro lado de la pista, la comunicación y la solidaridad pueden florecer para quedarse. 

Eso sí: hubo que sudar porque Melilla llegó oliendo la sangre local y sabiendo que asestaría un mandoble importante en el caso de sumar (7-13, min. 7). Hasbrouck, que empezó fino, hizo demasiado pronto la segunda falta y a Vasileiadis no le terminaban de entrar los tiros, pero dejaba claro su ascendencia en la pista sobre todos los aspectos del juego, incluso los menos tangibles.

De repente, Albert Lafuente, reducido al rol de tercer base, se vio con la manija del equipo debido al descanso de Dani Rodríguez y la segunda falta de Pablo Sánchez, pero al equipo no le fue mal con él y logró irse por delante al final del primer cuarto (19-16).

El banquillo del Cáceres celebra una acción de sus compañeros.

El banquillo del Cáceres celebra una acción de sus compañeros. / LORENZO CORDERO

El problema en el segundo fueron los tiros libres. Vaidas Cepukaitis, que de forma inhabitual no salió de inicio, sí que estuvo enchufado, pero a la hora de ir al 4,60 malgastó varias opciones que hubiesen ampliado el margen verdinegro. Parece de los jugadores que puede beneficiarse de la nueva configuración que se gesta.

Gran ambiente

Melilla se reenganchó al choque un par de veces, cuando parecía que podía perder el tren porque el ambiente, encendido por los reclutas del CEFOT en uno de los fondos, había mucha temperatura. Del 43-34 (min. 18) se pasó a un 47-42 al descanso que irradiaba menos optimismo. Eso se confirmó de vuelta de vestuarios, con un pésimo arranque que se pagó con creces (51-54, min. 25). Apareció entonces Vasileiadis para poner orden con 8 puntos consecutivos. El tipo es como un entrenador en la pista, pendiente de todo, rezumando carisma.

El conjunto de la ciudad autónoma se resistía (67-64, min. 30) y encontraba bien a Bamba Fall y a Guille Mulero para seguir de pie e incluso meter el miedo en el cuerpo a todos. 

Kostas Vasileiadis se hace fotos con unos niños al final del partido.

Kostas Vasileiadis se hace fotos con unos niños al final del partido. / LORENZO CORDERO

Hasta tal punto fue así que a falta de tres minutos iba por delante (77-80). Un punto de inflexión fue cuando Roberto Blanco se atrevió a sentar a Dani Rodríguez, que tenía problemas para contener el ritmo del base rival, Javi López, y puso en cancha a Pablo Sánchez, garantía de dinamismo, aunque a veces incontrolado.

Funcionó con un parcial de 8-0 inenarrable. Todos colaboraron, pero el protagonismo principal se lo llevaron Kevin Bercy, atentísimo en el rebote ofensivo, y Julen Olaizola, que clavó una suspensión desde 5 metros que prácticamente sentenciaba. Menuda fiesta: es la primera victoria de la temporada en casa, pero queda un océano entero que remar. Con estos nuevos marineros, incluyendo posiblemente Borovnjak, será más sencillo no naufragar.