Un joven extremeño se queda tetrapléjico en una operación

Vivir empotrado en una silla

Una negligencia médica dejó a Luis Velarde tetrapléjico y el SES le indemniza con 1,5 millones de euros

El joven vive a caballo entre Oliva de Mérida y el Instituto Guttmann de Badalona

Luis con su madre cerca de la Sagrada Familia en Barcelona.

Luis con su madre cerca de la Sagrada Familia en Barcelona. / Fotos cedidas por la familia

Luis Velarde entró el 9 de abril de 2019 en un quirófano del Hospital Universitario de Badajoz para un recambio valvular en el corazón y salió tetrapléjico. En ese intervalo de tiempo, un error médico le produjo una anoxia (falta de oxígeno en el cerebro), que le causó un daño cerebral irreversible. De esta negligencia médica han pasado 5 años y un juzgado de Mérida le ha concedido una indemnización de 1,5 millones de euros, que el Servicio Extremeño de Salud (SES) ha aceptado, no recurrirá la sentencia y pagará. De hecho, el dinero se encuentra ya consignado en el juzgado.

Desde del día de la intervención, Luis vive empotrado en una silla de ruedas y todo su entorno familiar ha abandonado sus prioridades para dedicarse exclusivamente a atender a este joven de 31 años y vecino de Oliva de Mérida, que con 26 se le truncó la vida y con él a sus allegados. Según la sentencia, los 20 minutos de maniobra fallida de recuperación realizada por los sanitarios en el quirófano «le provocó tetraparesia espástica, deformidad en flexión de ambos codos y muñeca por espasticidad grado 3-4, dedos con deformidad generalizada por espasticidad, manos no funcionales, tobillos en equino con amputación parcial de pie derecho, marcha imposible, labilidad emocional, afasia motora y disartria severa, disfagia, incontinencia urinaria y fecal». Secuelas irreversibles y que le impiden el desarrollo de una vida autónoma.

Luis en Canaletas, Barcelona.

Luis en Canaletas, Barcelona. / Fotos cedidas por la familia

«La indemnización no es dinero para solventar el daño al que se ha sometido a mi hermano. Es una cuantía elevada, pero hay que ver en qué condiciones está Luis», subraya su hermano David, jornalero y único sustento de la familia, quien resalta que la existencia de Luis permanece vinculada al Instituto Guttmann de Badalona y a la clínica de rehabilitación de Mérida.

«Mi hermano necesita tener calidad de vida y todos los medios a su alcance. No tenemos la vivienda adapta, mis padres han dejado de trabajar para atenderle porque depende de los demás para todo. Todos los días vamos a Mérida a rehabilitación durante dos horas y cada dos meses al Instituto Guttmann de Badalona. La mano está en forma de garra, no puede andar. Hay que buscar un especialista que le coloque una prótesis de cadera». Precisamente, la familia reclama contar con los servicios del Instituto Guttmann cerca y no a casi 1.000 kilómetros porque «el viaje de mi hermano y la atención están cubiertas, pero necesita dos acompañantes y sus gastos los pagamos de nuestros ahorros: viajes, hoteles, comida... Mi hermano no se ha buscado esto. Ha sido una negligencia médica y así lo remarca la sentencia», que incide en la mala praxis tanto del cirujano como de quienes le practicaron la reanimación.

David y Luis.

David y Luis. / Fotos cedidas por la familia

A pesar de la dureza de cada momento, la sonrisa constante de Luis funciona como revulsivo para sus familiares. David reconoce que desfallece y que no le desea a nadie por lo que pasan, pero las ganas de luchar y de pelear no flaquean, y que Luis les insufla fuerzas. «Tengo ánimo para sacar lo mejor para mi hermano, mejorar su calidad de vida. Hay momentos de bajón, tanto en mí como en mis padres, porque Luis era una persona plena y ahora no se tiene en pie, ni puede coger nada. Depende para todo de mis padres y de mí. Vive empotrado en una silla y en una cama. Pero él me da la fuerza porque él está muy fuerte».

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