Opinión | La trastienda

La carrera y el podio

Los grandes partidos, PSOE y PP, andan pendientes de sus posibles aliados, Podemos y Vox, por si necesitan un pacto post-electoral

La carrera electoral es como la Fórmula 1. No solo hay que estar pendiente de uno mismo, sino de los demás coches que participan en la pista. Al PSOE extremeño le interesa ganar pero también que Podemos no se hunda y al PP otro tanto de lo mismo pero con Vox. Es el denominado «por si acaso» de la política. Porque la meta del 28 de mayo es segura, pero nadie sabe a ciencia cierta si el ganador va tener que subir al podio solo o acompañado. 

La ley electoral es perversa. Solo permite entrar en el reparto de escaños si se supera el 5% de los votos. En consecuencia, si un partido de derechas o de izquierdas acapara muchos votos lo mejor es que llegue a ese 5%. De lo contrario, lo que hace es quedarse fuera y darle los apoyos recibidos a la fuerza más votada. Es justo lo que pasó en las elecciones autonómicas de 2019, que Vox consiguió 28.849 votos nada menos, pero solo alcanzó el 4,7%. ¿En qué se tradujo? En que el PSOE logró 2 escaños más de los que le correspondía inicialmente y alcanzó una mayoría absoluta con la que no contaba.

¿Qué le interesa ahora al PP? Pues que los de Abascal no les quiten muchos votos por la derecha, pero tampoco que desaparezcan. Las encuestas están marcando hace semanas una tendencia a la baja para Vox y me temo que la ‘operación Tamames’ de esta semana en el Congreso no les ha venido nada bien para crecer sino todo lo contrario. La estrategia del PP extremeño y su líder, María Guardiola, de un tiempo a esta parte, es escorarse más al centro, ir hacia la izquierda todo lo que pueda en temas de especial calado y compromiso. Así moviliza al electorado más de derechas hacia Vox y favorece que no desaparezca. De lo contrario, los populares subirían con respecto a la representación que tienen actualmente, pero nunca lograrían una mayoría que les permitiera tumbar al PSOE o a la suma de las izquierdas.

A los socialistas de Guillermo Fernández Vara les pasa igual pero con Unidas Podemos. En este caso, la representación existe, los morados cuentan con cuatro escaños en el Parlamento extremeño. Pero el PSOE, igual que quiere ganar todos los votos que pueda, prefiere no arriesgar y opta por dejar cierto espacio a la izquierda. La hipotética desaparición de Ciudadanos hace que Vara, caso de perder la mayoría absoluta, se quede sin más aliados que Podemos teniendo enfrente al PP y a Vox. Podría incluso no gobernar. La solución pasa porque los morados sigan teniendo representación y que se conviertan en socios preferentes llegado el caso.

Quedan dos meses para las urnas y las encuestas internas de los dos grandes partidos, con sus respectivas actualizaciones, indican que nadie alcanzaría la mayoría absoluta. En consecuencia, sin renunciar a ella por parte de ninguno, entran en juego las estrategias de posibles pactos postelectorales y lo primero es tener con quién negociar. Estén atentos y verán que el PP se vuelve algo rojo en algunos momentos y el PSOE algo naranja o si me apuran azul. Es la forma de asegurarse un socio solvente a derecha y a izquierda dejándole sitio donde crecer.

Qué duro es esto de pelear por unas elecciones. No basta con plantear un programa electoral, hacer campaña y captar los votos. Cada vez más, asesores y estrategas son los que mandan y marcan las directrices en una carrera electoral. El objetivo es ganar, eso es obvio, pero de poco vale cosechar un montón de votos u obtener una mayoría si luego no hay manera de formar gobierno. Los perdedores siempre pueden juntarse y dejarle a uno mirando para la pared o con el trasero cuatro años en la sombra de la oposición.

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