Opinión | Desde el norte

Compra/venta de niños

Queremos niños a la carta. En realidad, ellos no importan, lo que importa es el interés de los adultos

Si hubiera comercios que se dedicaran a vender bebés, sin duda nos escandalizaríamos y a los consumidores de ese producto les llamaríamos de todo. Afortunadamente, esta compraventa de bebés, así, tan a las claras, es ilegal en España y también la gestación subrogada, es decir, que una mujer geste a un bebé para vendérselo después a otra familia que a su vez lo compre.

¿Hay alguna diferencia entre esto y comprar a un bebé en otro país para traerlo después a España? Sigue existiendo compraventa y se sigue tratando a un bebé como un producto que pasa de unas manos a otras. Una mera transacción comercial.

Lo escandaloso es que esto último se permita. Si de verdad el Gobierno de España está en contra de la gestación subrogada y es consciente -como todo el que se lea la prensa del corazón por ejemplo- de que se traen bebés a España que se han comprado en otros países debido a resquicios legales, lo que no se entiende es que no se haga nada, que no se modifique la normativa que permite filiar a estos niños y aquí no ha pasado nada.

Es evidente además que existe una doble vara de medir porque la mayor parte de las personas que compran bebés en otros países tienen otra cosa en común, mucho dinero en el banco.

Eso significa que son votantes y votantes con poder. Es una diferencia de trato similar a la que se da con los inmigrantes porque nada tiene que ver la situación en España de un inmigrante pobre a la de uno con dinero.

Con este asunto igual. La misma gestación subrogada se ve como un delito aberrante si la han cometido personas sin dinero que venden a su bebé y como una fórmula lícita, e incluso entrañable, si el comprador hace uso de ella porque no puede tener hijos y saca su talonario para conseguirlo.

Y mientras tanto, como ha dicho alto y claro la atleta Ana Peleteiro, hay otros cientos de niños tutelados por administraciones y en centros de acogida esperando ser adoptados.

Esta sí es una forma legal de tener familia, pero queremos niños a la carta. En realidad, ellos no importan, lo que importa es el interés de los adultos. Cierto es que los trámites para una adopción son largos y farragosos y habría que acortarlos y facilitarlos para dar una oportunidad real a los niños huérfanos. Quizás así quienes conservan la ética no optarían por comprarse uno.

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