Opinión | Es decir

No será menos democracia

El portavoz de Junts Josep Rius junto a la parlamentaria Mónica Sales.

El portavoz de Junts Josep Rius junto a la parlamentaria Mónica Sales.

Visto y oído que el periodismo ideológicamente afín al Gobierno parece creer que la ley de amnistía va a ser la solución el independentismo catalán, o, por decirlo de otro modo, que el independentismo catalán es un conflicto político que el Gobierno cree que la ley de amnistía solucionará, es lógico que el principal periódico y la principal cadena de radio del Grupo Prisa, a saber El País y Cadena Ser, se esfuercen cada día por explicar a la opinión pública (no a sus lectores y oyentes, complacidos de leer y oír lo mismo que ya piensan, diría Raoul Frary) que la ley de amnistía no la ha creado el Gobierno para sí, es decir, para continuar siendo Gobierno (distinto de «para continuar gobernando», ni para que Pedro Sánchez pueda seguir siendo el presidente Sánchez y decir soy el presidente del Gobierno, lo cual sería perfectamente razonable, humano, demasiado humano, sino que la ley de amnistía es la solución contra la desestabilización política y social en Cataluña que provocó precisamente el independentismo.

Es contradictorio, sí: amnistiar al independentismo al que se responsabiliza. Más aún: al independentismo que se responsabiliza a sí mismo, pues no es solo que el Estado lo responsabilice y, en virtud de lo cual, lo haya juzgado y procesado (e indultado), sino que el propio independentismo se responsabiliza de lo que hizo, de haberlo hecho, con orgullo y con el propósito declarado de volver a hacerlo, si la ley de amnistía es todo lo que el Gobierno es capaz de hacer. Y es ahí donde entra el periodismo y su competencia para hacer del sinsentido un relato coherente, verosímil, acreedor no ya de un Pulitzer sino de la secretaría de Estado de Comunicación, por ejemplo.

Es contradictorio, sí: amnistiar al independentismo al que se responsabiliza. Más aún: al independentismo que se responsabiliza a sí mismo, pues no es solo que el Estado lo responsabilice y, en virtud de lo cual, lo haya juzgado y procesado (e indultado), sino que el propio independentismo se responsabiliza de lo que hizo, de haberlo hecho, con orgullo y con el propósito declarado de volver a hacerlo, si la ley de amnistía es todo lo que el Gobierno es capaz de hacer

Se puede empezar atacando a Junts por llevar al Partido Socialista hasta el límite de sus posibilidades, una vez que ya se sabe oficialmente que hay negociación, claro está. Convendría, por supuesto, una crítica al Partido Socialista por valerse de su condición de ser el partido que gobierna (es decir, el Gobierno) y tener posibilidades para acceder y conceder sin limitaciones todo cuando Junts pide. Y así, en una y otra dirección, hasta obtener un relato razonablemente objetivo, imparcial. Y, solo después de cuestionar la constitucionalidad de la ley y de haber advertido de los pros y contras en términos de igualdad entre españoles, reconocer que la ley de amnistía supondrá un aflojamiento gradual, un desinflamiento paulatino del independentismo, como dijo Estefanía Molina el jueves en El País: «El independentismo ya no es como en 2017».

Es sabido desde siempre (bueno: personalmente, justo es reconocerlo, desde la lectura de Ser de izquierdas, de Eduardo Haro Tecglen, libro de 2001) que el modo de cambiar la forma de pensar es cambiar el lenguaje. Tres ejemplos: la basura no es tan basura sin son ‘residuos sólidos’, como el portero es menos portero si se le trata como ‘empleado de finca urbana’, y hasta los sindicatos preocupan menos a la patronal (y a los gobiernos) siendo «agentes sociales». Por supuesto, los residuos sólidos olerán igual que la basura. Y el empleado de finca urbana seguirá sacando los cubos con bolsas de residuos sólidos por la tarde y fregando las escaleras por la mañana. Y en cuanto a los sindicatos, qué decir, la diferencia está en perder todo lo que significa ser sindicalista a cambio de la insulsez y cursilería de ser agente social, sea Pepe Álvarez o Unai Sordo. Sin embargo, es verdad que las cosas se ven diferentes. Tanto es así que ahora no será lo mismo decir que a causa de la ley de amnistía habrá menos democracia que decir que a causa de la ley de amnistía habrá menos independentismo.

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