Opinión | Ante la supresión del Máster en Investigaciones Históricas

La peligrosa deriva de la UEx

JORNADAS DE PUERTAS ABIERTAS EN LA UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA, UEX,

JORNADAS DE PUERTAS ABIERTAS EN LA UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA, UEX,

Soy uno de los muchos extremeños nacidos en la década de 1970 que fuimos los primeros de nuestras familias en poder estudiar en la Universidad. Somos hijos de gente humilde que, a costa de mucho esfuerzo y sacrificio, consiguió para nosotros lo que para ellos era casi inimaginable; éramos la prueba de que las cosas estaban, por fin, cambiando en Extremadura gracias a ese esfuerzo y a una universidad que asumió plenamente su función en una región que quería salir del abandono; en mi caso, además, estudiar Historia fue fruto de una vocación temprana, compartida con varios de mis compañeros que, tras terminar nuestra carrera. pudimos iniciar los estudios de doctorado y culminarlos con la lectura de nuestras tesis doctorales. Esas tesis se sumaron a una larga lista de trabajos que desde la fundación de la UEx en 1973 habían convertido a su departamento de Historia en una fuente inagotable de conocimiento del pasado de nuestra región y del que salieron y siguen saliendo profesionales de prestigio nacional e internacional.

¿Queremos de verdad que esa sea la función de la Universidad extremeña? ¿Queremos que se limite a ser la cantera de otras universidades, que acogerán con los brazos abiertos a esos futuros doctores para engordar sus ya de por sí enormes currículos investigadores? ¿Quién querrá entonces seguir investigando sobre nuestra historia, nuestro pasado, nuestras raíces?

Todo eso, por lo visto, no sirve de nada para los actuales responsables de nuestra universidad, decididos a eliminar el Máster en Investigaciones Históricas por falta de alumnado; la UEx, una vez más, demuestra que está en una deriva peligrosísima, en la que está perdiendo su carácter inicial de catalizador social en aras de una supuesta rentabilidad económica, que en el caso de una universidad pública debería ser el último objetivo y no el primero. A partir de ahora, si un graduado en Historia quiere emprender el largo y duro camino que le lleve hacia el título de doctor, no tendrá más remedio que unirse al enorme grupo de extremeños que ha tenido que irse de su tierra para buscarse las oportunidades que ésta no le daba.

¿Queremos de verdad que esa sea la función de la Universidad extremeña? ¿Queremos que se limite a ser la cantera de otras universidades, que acogerán con los brazos abiertos a esos futuros doctores para engordar sus ya de por sí enormes currículos investigadores? ¿Quién querrá entonces seguir investigando sobre nuestra historia, nuestro pasado, nuestras raíces? Por supuesto, todo esto al rector actual y sus adláteres les da exactamente igual, pero a todos los que amamos la Historia y queremos lo mejor para nuestra región nos debería remover las entrañas para intentar impedirlo por todos los medios a nuestro alcance. Ojalá sea así.