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Oro es lo que reluce

La primera lección para estos inversores novatos es entender el mecanismo básico de los mercados financieros

Reserva de oro en el Banco de España.

Reserva de oro en el Banco de España. / EL PERIÓDICO

Es un clásico que muchos movimientos económicos pasen desapercibidos para el gran público, incluso por debajo el radar de los medios de mayor difusión, para luego convertirse de repente en noticia. Luego, por supuesto, se trata de construir-dependiendo de la habilidad del que lo hace- una explicación racional. O lo que es igual: el tan mencionado «relato». Solo que, en realidad, no es más que una descripción de las consecuencias derivadas de corrientes que llevaban tiempo formándose.

Existe ahora una cierta moda de pequeños inversores que empiezan a entrar en los mercados financieros. Conviene no hacer excesiva generalización ni sumir esta «moda» en el descrédito. Cierto que las redes sociales son un altavoz (ruidoso) en la que se mezcla todo sin demasiado orden. Pero los criptofans, traderscaseros y resto de fanfarria no deben oscurecer el hecho de que, como nunca antes había ocurrido, tenemos a nuestra disposición ingentes cantidades de información financiera; a menudo de gran calidad. Acceso en tiempo real a grandes bases datos o a información de reguladores y bancos centrales. Por primera vez la obtención de una cultura financiera está al alcance de todos. Ahí está el origen del creciente interés por la inversión financiera minorista.

La primera lección para estos inversores novatos es entender el mecanismo básico de los mercados financieros. Fundamentalmente, los mercados «adelantan» el futuro, con lo que lo que pasa en ellos es pura gestión de expectativas. Exceptuando los supuestos de fenómenos altamente imprevistos (resulta natural citar aquí la teoría del «cisne negro» de Taleb) o catástrofes, en un sentido amplio, en realidad a los mercados el presente les importa muy poco.

Ocurre, también, en otras vertientes económicas: por ejemplo, los servicios de estudios de bancos (privados o públicos) usan en sus previsiones los llamados «indicadores adelantados». Son variables macroeconómicas que sirven para detectar tendencias y, en caso de previsión de crisis o cambios de ciclo, analizar posibles «canarios en la mina»: aquellos índices o ratios que anticipan que el aire en la economía empieza a ser insuficiente.

De hecho, existen activos dentro de los mercados que funcionan como termómetros. Pero no tanto de la temperatura de la inmediata actualidad sino precisamente de tendencias que no son visibles. Aquellas que modifican, incluso rompen, las expectativas ya descontadas. El oro es uno de estos activos.

El oro se comporta como un reverso de las divisas. Lo que es lo mismo que decir que reacciona frente a las políticas monetarias: se mueve conforme a los de interés reales. Esto se traducen mediante las expectativas (volvemos a ello) sobre el precio del dinero. Si los tipos de interés bajan, se llevan a cabo políticas monetarias expansivas (la «impresión», como se dice popularmente) o aumenta la inflación, el oro sube. Por eso se conoce a este metal como un valor «refugio».

Y, ¿qué está pasando con el oro? Ahora mismo, acumula dos años de permanente escalada en su precio. Tanto, que a principios del mes de marzo rompió el récord previo y llegó a cotizar a 2.195 dólares la onza. Tan sólo a una distancia de escasos tres meses de la anterior marca.

Que durante el 22/23 haya seguido subiendo se explica desde las condiciones macro, especialmente por la espiral inflacionaria y las tensiones geopolíticas. Ya habíamos comentado en esta misma columna que el resurgimiento de la inflación parecía temporal, no estructural. Respondía a una reacción frente a determinadas coyunturas (cuellos de botella logístico, fondos públicos pandémicos, salida del ahorro «forzoso» por los confinamientos).

Algunas de estas situaciones ya se han resuelto y se anuncia una vuelta a los tipos bajos, desde luego no inmediata, y sin embargo el fulgor del oro no se acaba. Muchos analistas creen que no ha tocado aún techo. Entonces, ¿qué nos dice sobre la evolución de la economía?

Es complicado acertar con alta precisión, especialmente cuando aún no se vislumbran por completo las razones del alza. Desde luego, una señal de alerta en los mercados financieros, con los grandes inversores saliendo de posiciones líquidas. Seguro nos anuncia el retorno de los tipos bajos y que el nudo de la inflación está cerca de resolverse. ¿Sólo eso? No creo: más tensión geopolítica y aumento de costes de las materias primas. Un endurecimiento de las condiciones para familias y empresas, al final.

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