Mala campaña por las condiciones climáticas

La sequía y el intenso calor pasan factura a la cosecha extremeña de castañas

Las lluvias de primavera, cuando el árbol estaba en flor, y los hongos, también han mermado la producción, que puede caer alrededor de un 40%

La sequía y el intenso calor pasan factura a  la cosecha extremeña de castañas

La sequía y el intenso calor pasan factura a la cosecha extremeña de castañas / Silvia Sánchez

E. B.

En las nueve hectáreas de castaños que Jorge Bermejo gestiona en la localidad cacereña de Navaconcejo este año se recogerán una quinta parte menos de fruto de lo que sería normal, lo que supondrá una merma de entre 7.000 y 8.000 kilos. Detrás de esta reducción está el intenso calor y la sequía que se han prolongado durante meses restando fuerza al árbol para desarrollar el fruto; pero también las lluvias que hubo en primavera, cuando los castaños estaban en flor. «Bajaron las temperaturas, hubo un corte de savia y no cuajaron bien los frutos», explica. Incluso las precipitaciones de estas últimas semanas tampoco han venido bien: aparte de impedir recolectar durante muchos días, la humedad que conllevaron ha facilitado la aparición de hongos «que hacen el fruto inservible», lamenta. Menos castaña y las que hay con menos tamaño lo que, en principio, les resta valor, aunque, confiesa Bermejo, «las estoy llevando [a la cooperativa] sin saber a cómo me las van a pagar». 

Como otros muchos castañicultores de esta comarca, Bermejo también cuenta con cerezos, el árbol por excelencia en el Valle del Jerte. Un fruto que ha sufrido una campaña igualmente aciaga, así que el año, lamenta «ha venido cruzado. De momento tengo dos trabajadores menos que el pasado. Si hay menos producción, se necesita también menos gente para recogerla», apunta.

Para otros productores de castaña, el balance de esta temporada ha sido incluso peor. UPA-UCE considera que esta cosecha ha sido «catastrófica» en la región, con un descenso de la producción que ronda el 40%. «Estamos notando las consecuencias de un cambio climático cada vez más acelerado y perverso para el castaño», se apunta desde esta organización agraria, que incide en el daño que ocasiona a este cultivo el patrón de «largos periodos de altas temperaturas, unido a las lluvias posteriores» que se viene registrando.

«La producción de castaña ha ido descendiendo en los últimos diez años, cada vez va bajando más», indica en esta misma línea, José Antonio Tierno, presidente de la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte, que también asocia esta tendencia «al cambio climático». Este árbol «se resiente bastante» ante estas variaciones en las temperaturas y en la frecuencia de las precipitaciones «porque necesita un microclima muy especial», sostiene.

Esta cooperativa de segundo grado ha pasado de procesar en un ejercicio normal unas 3.000 toneladas de castañas procedentes de las comarcas de El Jerte y La Vera a entre 2.200 y 2.500 toneladas. El año pasado ya fue una campaña muy corta, de unas 1.900 toneladas, y en 2023, cuando se esperaba «recuperar un poco el desastre de la cereza con la castaña» serán muchas menos, con una previsión que se queda en alrededor de las 1.400 toneladas. 

Por lo que respecta a la calidad del fruto, será «aceptable en cuanto a tamaño, pero otros parámetros, como puedan ser los hongos internos, sí que están afectando». Además, puntualiza, la avispilla sigue causando estragos en la producción. Originaria de China y detectada por vez primera en España en 2012, esta plaga provoca graves daños en el castaño. En Extremadura «ha afectado de forma bastante fuerte en los últimos cuatro o cinco años», señala.

La comunidad autónoma es la cuarta región productora de castañas de España en volumen tras, por este orden, Galicia, Castilla y León y Andalucía. En todas, la situación ha sido este año igual de mala, incide Tierno. Y aunque esa falta de oferta pueda repercutir en unos mejores precios «nunca» van a absorber la pérdida ocasionada por la menor magnitud de la producción.

En Las Villuercas se inicia ahora

En las comarcas del norte de la provincia de Cáceres la mayor parte de la cosecha de castañas, que son sobre todo de la variedad de Pablo, están ya recogidas. De hecho, esta producción está enfocada sobre todo al pico de ventas que se produce en torno a la festividad de Todos los Santos «que es cuando hay el gran consumo en España». En otros países de Europa este se desplaza unas semanas más adelante, hasta fechas más cercanas a la Navidad.

Algo más al sur, en Las Villuercas, en cambio, el grueso de la producción comienza a cogerse esta misma semana. «Es posiblemente la castaña más tardía de toda Europa», aclara Efrén Martín, técnico de la Asociación de Productores de Castañas de Villuercas. La recogida, avanza, durará poco, «porque no hay mucha. Si el tiempo lo permite, en dos semanas o algo más está hecha la recolección». En un año convencional, se prolongaría «hasta Navidades».

Esta es la «zona de Extremadura de mayor superficie de producción de castaño para fruto», con «en torno a unas 1.800 hectáreas» de las algo más de tres mil que hay en la comunidad autónoma, «aunque es verdad que tenemos una variedad que no es muy productiva». 

Procesado de castañas recogidas en el norte de la provincia de Cáceres.

Procesado de castañas recogidas en el norte de la provincia de Cáceres. / Silvia Sánchez

Coincide en la tendencia de retroceso que probablemente tenga esta producción en el territorio extremeño y pronostica que en el futuro «va a ser un cultivo que se va a localizar en zonas de montaña, como ahora, pero más altas y con mejores suelos, a no ser que se tenga riego de apoyo».

«En España Portugal ha sido un desastre, con zonas que han tenido que descartar más del 50% por el problema del hongo. Cuando se coge la castaña no se ve, y hasta que no llega a los almacenes y se empiezan a hacer muestreos, no se observa que hay pudriciones interiores», resalta. Martín confía en que este problema, que también se ha dejado sentir en las comarcas del norte de Cáceres, no se repita en Las Villuercas. «De momento los muestreos que tenemos apuntan a que vamos a tener una castaña de muy buena calidad, pero poca», alega. Serán aproximadamente 600.000 kilos. Más cantidad que el año pasado, cuando únicamente se obtuvo la mitad --«el verano todavía fue más duro que este y el momento de la floración también fue muy cálido», esgrime--, pero muy lejos del «entre millón y medio y dos millones» que serían esperables en condiciones normales. Este menor desplome de la producción en esta zona, aventura, puede deberse a que las variedades autóctonas de esta zona, la verata de Guadalupe y la injerta de Villuercas, «son más resilientes y están mostrando mejor adaptación al cambio climático».

En el caso de la castaña de Las Villuercas, se destina tanto para su venta en lineales de grandes superficies como para las industrias de primera transformación, fundamentalmente gallegas y portuguesas. «Esa industria lo que hace es pelarla y congelarla. Y luego la venden a Italia y Francia principalmente», cuenta. Allí se destinará a productos como mermeladas, marrón glacé o cremas.

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