Con el ánimo todavía optimista y mirando al cielo, el secretario de la hermandad de la Soledad, José María Blanco, apuntaba ayer por la mañana que si finalmente se cumplían las previsiones meteorológicas y decidían que la Patrona no saliese a la calle, sería la primera vez en 20 años en que la imagen más querida por los pacenses no procesionase el Jueves Santo. Su temor se cumplió y como el agua no dejaba de caer, hacia las 18.30 horas, media hora antes de la prevista para iniciar la procesión, decidieron suspenderla.

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Para no defraudar a los devotos congregados, las puertas de la ermita se abrieron para celebrar un besamanos de la Virgen.

Algo mejor le fue al Cristo de la Caridad, cuya cofradía tiene su sede en el Monasterio de Santa Ana, desde donde ha salido durante 25 años, pero esta vez pudieron montar el paso en el interior de una iglesia, la de San Agustín, gracias a su párroco y al arzobispado. Para el hermano mayor, José Antonio Pinilla, ya era un logro que el paso no se mojase en todo el día, porque hasta ahora tenían que prepararlo en el patio del convento, a la intemperie. Llegó el momento y decidieron salir pero empezó a llover y acortaron el recorrido a tan solo media hora. Como la Soledad se quedó en la ermita, pasaron a "saludarla" pues es en esta iglesia donde el Cristo permanece expuesto todo el año y ya no continuaron hasta Santa Ana sino que volvieron a San Agustín.

También tenía previsto salir de madrugada, aunque lloviese, el Cristo de la Paz desde la iglesia de San Roque. La cofradía tenía preparadas mantas y un plástico para cubrir el paso así como redujo el recorrido hasta la carrera oficial y de vuelta a su barrio.