taxista de profesión, también colecciona modelos en miniatura

José Alfonso Franco, el más fiel a una misma marca de coche

Este vecino de Miajadas ha recorrido 4 millones de kilómetros siempre a bordo de un vehículo de la marca Škoda. El concesionario cacereño le entrega su noveno automóvil y le agradece su fidelidad durante años

José Alfonso Franco Sánchez posa con su nuevo coche.

José Alfonso Franco Sánchez posa con su nuevo coche. / SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

José Alfonso Franco Sánchez se siente vasco de nacimiento y extremeño de corazón. Su espalda es una prolongación de su asiento, del mullido escaño de su coche Škoda. Juntos, espalda y respaldo, pasan trayectos larguísimos completamente pegados. Porque los recorridos habituales de este amante del motor en su día a día son mares y mares de kilómetros, los que unen Miajadas, su lugar de residencia, con París, en Francia o cualquier punto de España y Portugal, destinos de sus clientes.

«El principal motivo de elegir siempre la firma checa es por su extraordinaria manejabilidad, bonito diseño y su excelente motor, que lo convierten en un vehículo ideal para viajes maratonianos. Además resulta atractivo por el interior que ofrecen sus asientos y maleteros, muy espaciosos. Su luminosidad y su ligereza son indiscutibles», apunta Alfonso.

Sus palabras de gratitud a la empresa automovilística no es un brindis al sol. Enumera sus ocho últimos compañeros de viaje y todos son Škoda. La media es de unos 500.000 kilómetros con cada uno. «Acumulo más de cuatro millones de kilómetros como taxista. La semana pasada me compré mi noveno Škoda y me lo dieron en Cáceres. El actual, un modelo Superb Combi Sportline, acumula ya 5.000 kilómetros y va como un tiro», explica con orgullo a El Periódico.

El taxista posa con el responsable de ventas del concesionario cacereño, Félix Hurtado.

El taxista junto con el responsable de ventas del concesionario, Félix Hurtado. / SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Igualmente este profesional al volante reconoce que la comodidad de su nuevo vehículo le hace el viaje especialmente llevadero. «Lo mejor del taxi es la libertad, poder organizarte el trabajo como tú quieras, ser tu propio jefe», subraya.

José Alfonso Franco Sánchez vino al mundo en San Sebastián, en 1966. A sus 55 años afirma que esto es su vida. Llegó a la capital europea del tomate con 11 años, el pueblo de su progenitor. Sus padres, Felipe y Joaquina, se dedicaron a la hostelería y regentaron el bar Las Vegas y el restaurante El Mistral. En 1977 Felipe se sacó la licencia de taxista en el municipio cacereño y su hijo continuó sus pasos de cerca, pero antes trabajó de camarero, repartidor y vigilante. Al principio ayudaba a su padre los fines de semana y en el 2000 optó a una nueva licencia. Ahora mismo gestiona ambos permisos y tiene contratado a un trabajador.

Es tal su pasión por los automóviles que también colecciona coches en miniatura, entre ellos destacan los clásicos de las épocas históricas de la carretera y los que más le llaman la atención. Cuando se dio cuenta tenía unos 1.500 coches de escala 1:18 repartidos por los rincones de su casa. «Iba de viaje al extranjero y me traía un par de ellos, y todo el mundo que sabía de mi afición me regalaba otros. Con el tiempo los vendí y actualmente he vuelto a retomar la colección y poseo unos 400». Así resume su amor por el motor y lo hace tras recoger su noveno automóvil en el concesionario Škoda de Las Capellanías, de Cáceres, que agradece su fidelidad