Grosso modo

¿Piedra, papel o pantalla?

Imagen generada con IA por Juan Ramón Corvillo.

Imagen generada con IA por Juan Ramón Corvillo.

Juan Ramón Corvillo

Juan Ramón Corvillo

Desde el inicio de la escritura en piedra, pasando por la aparición del papel, hasta el predominio actual de la pantalla, la humanidad ha recorrido un extenso camino en la forma en que registra y transmite información. Hace unos días, en un acto de la Corte Extremeña de Arbitraje celebrado en Cáceres en el Complejo Aralia, mantuve una interesante conversación con los juristas extremeños María Félix Tena, Joaquín Hergueta y José Manuel Rubio sobre un tema bastante recurrente al respecto: la contienda entre el papel y la pantalla en el mundo de nuestros trabajos y en el de la lectura.

¿Piedra, papel o pantalla?

¿Piedra, papel o pantalla? / juan ramón corvillo

Tras unos divertidos chascarrillos sobre el particular, reflexionábamos sobre cómo los monitores de ordenador han reemplazado al papel en el entorno jurídico, en una era donde la rapidez es reina y el archivo digital se celebra como salvador de bosques. Sin embargo, cuando hablamos de la lectura por placer, la pantalla -y en ello coincidíamos los cuatro- no logra emular ni por asomo la experiencia sensorial de un libro físico. Y es que el papel, en este escenario, es un baluarte de resistencia, ofreciendo una lectura que se siente más auténtica y humana, y que invita al sosiego, a la par que a la concentración en la obra, sea cual sea el género del que se trate. El olor del guáflex, de la tinta, o hasta del propio papel, incrementan esa irresistible invitación (no hay deleite que pueda compararse al de pasar delicadamente los dedos entre las viejas hojas apergaminadas de, pongamos por caso, un ejemplar de la edición de 1714 de “Minerva sive de causis linguaelatinae” de El Brocense).

Sin embargo, el debate no es solo sobre preferencias personales, sino que también versa sobre cómo estos medios afectan a nuestra interacción con el conocimiento y la cultura. Para el trabajo diario, la pantalla ofrece un pragmatismo inigualable, facilitándonos el acceso a nuevas y revolucionarias disciplinas como la Inteligencia Artificial, la cual ya es una herramienta imprescindible en el uso de cualquier software jurídico que se precie. En cambio, para el ocio y la cultura, el papel nos brinda una conexión emocional insustituible. De hecho, coincidiréis muchos lectores de El Periódico Extremadura en que, al igual que yo, sois más proclives de la versión digital de lunes a viernes, en tanto que en los fines de semana nos detenemos a hojear de forma más detenida y hogareña la edición impresa.

Esta encrucijada de “piedra, papel o pantalla” (tomada del nombre del famoso juego chino “piedra, papel o tijera”, inventado por los señores de la guerra al final de la dinastía “Ming” a mediados del siglo XVII), y reducida hoy, lógicamente, a los dos últimos elementos, refleja la dualidad de estos tiempos: adaptarnos a nuevas herramientas sin perder la esencia de las experiencias que nos definen. Algunos ven en la pantalla el futuro, mientras otros ven en el papel un refugio para la profundidad y la reflexión.

No se trata sólo de elegir entre eficiencia o nostalgia, sino de entender cómo cada opción moldea nuestra forma de pensar, de sentir y de conectar con el mundo. El papel nos convoca a una inmersión más pausada y contemplativa, mientras que la pantalla suele empujarnos hacia una eficacia y conectividad constantes.

Así, mientras el mundo avanza y las tecnologías evolucionan -y revolucionan -, cada uno se decanta por el que considera su bando; pero quizás lo sabio no sea escoger un lado definitivo, sino saber cuándo y cómo utilizar cada medio para enriquecer nuestra vida y nuestra comprensión del mundo. En este equilibrio podría estar la clave tanto para sobrevivir en la era digital, como para prosperar en ella, manteniendo vivas las tradiciones que nos enriquecen mientras adoptamos las innovaciones que nos permiten avanzar. Cada lectura, ya sea en papel o pantalla, es un paso hacia una comprensión más completa de nuestro lugar en este cambiante panorama didáctico. A nuestra salida de Aralia, los frondosos árboles del Complejo parecían invitarnos a que nos decantáramos por la última opción de la encrucijada…

Suscríbete para seguir leyendo