El apunte

La asignatura del suelo industrial

Es contraproducente, por no decir que es ya ridículo, que la ciudad no tenga suelo urbanizado para fines industriales 

El alcalde y el consejero, en su entrevista del miércoles en Cáceres.

El alcalde y el consejero, en su entrevista del miércoles en Cáceres. / CARLA GRAW

José Luis Bermejo

José Luis Bermejo

Esta semana el consejero de Economía, Guillermo Santamaría, se comprometió en una comparecencia pública a que Extremadura Avante, el grupo de empresas públicas de la Junta que tiene entre sus objetivos el desarrollo empresarial de la región, desarrollaría suelo industrial en Cáceres. No detalló ni superficie, ni inversión, ni plazos. Fue una declaración de intenciones en respuesta a una demanda del alcalde, Rafael Mateos.

Mateos no es el primer regidor que lo pide, ni Santamaría es el primer miembro de un gobierno extremeño que alude a esta participación de las empresas públicas autonómicas. Aunque parece que esta vez sí habrá un resultado porque ya no es solo que sea contraproducente que la ciudad no tenga suelo urbanizado para fines industriales, sino que además empieza a ser ridículo cuando desde hace 13 años se tiene un plan de urbanismo con más de 300 hectáreas de suelo con un uso industrial y con un acceso a la A-66 y a la línea de ferrocarril. 

Una iniciativa como la gigafactoría proyectada en Navalmoral de la Mata, con independencia de otras interpretaciones políticas, es inviable en Cáceres porque no hay suelo industrial urbanizado

No es que con este desarrollo de suelo industrial vaya a producirse un impulso industrial y empresarial para la ciudad, pero sí evitará que Cáceres quede descartada desde el primer momento. Una iniciativa como la gigafactoría proyectada en Navalmoral de la Mata, con independencia de otras interpretaciones políticas, es inviable en Cáceres porque no hay suelo industrial urbanizado y ni lo podría haber en un plazo corto de tiempo. 

Ese plan reserva suelo para uso industrial entre Capellanías y la autovía A-66, llega hasta el cruce con la N-521, y lo divide en tres sectores. Solo se está tramitando el ‘pequeño’, de 24 hectáreas netas, gracias a una iniciativa privada. Los otros dos son tan enormes que su desarrollo por un sistema de ejecución indirecta es inviable por la inversión tan elevada que se tendría que hacer para urbanizar el suelo y más cuando no hay una demanda que lo justifique.

El mejor ejemplo de esa inviabilidad pasó el mismo día de la reunión entre Mateos y Santamaría. Esa mañana la comisión de Urbanismo del ayuntamiento dictaminaba la disolución de la agrupación de interés urbanístico (formada por los propietarios del suelo) que hace dos décadas intentó ampliar y urbanizar la ampliación prevista al norte de Capellanías en el plan de urbanismo de 1999. Son 87 hectáreas, menos de la mitad del suelo que tienen cada uno de los dos grandes sectores del plan de 2010, y además se dividió en dos, pese a ello no se llegó a ejecutar hace 20 años.

Que sea inviable con la planificación actual no significa que sea imposible con algunos cambios. Lo primero, como se ha hecho ya con tres sectores de suelo de uso residencial, es dividir los grandes espacios de terreno industrial de los planes de 1999 y 2010

Que sea inviable con la planificación actual no significa que sea imposible con algunos cambios. Lo primero, como se ha hecho ya con tres grandes sectores de suelo de uso residencial, es dividir los grandes sectores de suelo industrial de los planes de 1999 y 2010.

Y luego está la elección de un sistema de ejecución que permita la urbanización. El de compensación, que sería el adecuado con la participación inicial de los propietarios privados del suelo, ya se ha demostrado que no resulta. El de concertación, con un agente urbanizador que incluso no tiene que ser propietario del terreno, fue el propuesto por CC Green en la consulta de viabilidad para urbanizar las 24 hectáreas citadas. Luego están los dos sistemas directos, con una participación de la administración. El de expropiación se tendría que descartar por la ‘ruina’ que supondría, otra vez, para las arcas locales. Y por último está el de cooperación, por el que la administración, solo podría hacerlo Avante por la inversión inicial que se necesitaría, urbaniza y pasa el coste a los propietarios del suelo. Si de verdad se quiere desarrollar suelo industrial, se puede. No es fácil, pero se puede.

Periodista

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