autor de las obras del helga, de Atrio y de una casa en La Sierrilla

Emilio Tuñón: "Me dan el premio Nacional de Arquitectura al cumplirse 11 años de la muerte de Mansilla; él se lo merecía tanto o más que yo"

El arquitecto recibirá esta tarde en el Auditorio del San Francisco el prestigioso galardón. Él y su socio y amigo Luis Moreno Mansilla convirtieron a Cáceres en centro arquitectónico internacional

Emilio Tuñón posa junto al árbol blanco de los jardines del Helga de Alvear, en Cáceres.

Emilio Tuñón posa junto al árbol blanco de los jardines del Helga de Alvear, en Cáceres. / MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Miguel Ángel Muñoz Rubio

En el patio del Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, Emilio Tuñón acaricia con devoción casi divina el árbol blanco de Rondinone, que en realidad Ugo tituló en 2009 Hecho de nada y nada más y que probablemente es la pieza más fotografiada junto a Luz descendente, el impresionante candelabro rojo de Ai Weiwei, del elefantiásico centro museístico de Cáceres. El arquitecto que esta tarde pasará definitivamente al olimpo de los arquitectos españoles, pasea entre las columnas del edificio de la coleccionista alemana que él también diseñó y que ha catapultado a la capital cacereña como una de las ciudades turísticas y culturales referentes del mundo.

Tuñón es un hombre sencillo y modesto. Calza botas negras, vaquero, abrigo azul marino y una bufanda gris que lo protege en esta mañana gélida de finales de febrero. Allí atiende a los medios, horas antes de que el Auditorio del Complejo Cultural San Francisco aplauda su reconocimiento como Premio Nacional de Arquitectura.

"No soy nadie importante", asegura sorprendido ante el interés mediático que la distinción ha despertado en la ciudad. Y enseguida vuelve a demostrar su modestia: "Este es el reconocimiento de una generación de arquitectos, que trabajamos desde Madrid y algunos desde Cataluña en ciudades pequeñas, precisamente por nuestra vocación de actuar en la periferia más que en la capital. Para mí es muy importante porque es el premio más destacado que se puede dar a un arquitecto español en España. Y es un honor porque la anterior premiada fue Carmen Pinós, a la que tengo tremenda admiración, y a ella se unen los tres grandes maestros de la Escuela de Madrid, Alberto Campo, Juan Navarro Baldeweg y Rafael Moneo. Me hace mucha ilusión, además, porque Rafael Moneo fue mi maestro; trabajé con él 10 años".

Emilio Tuñón, esta mañana.

Emilio Tuñón, esta mañana. / MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

En 1992 Emilio Tuñón Álvarez (Madrid, 1952) fundó con Luis Moreno Mansilla (fallecido en 2012) la oficina de arquitectura Mansilla+Tuñón Arquitectos con la que construyeron obras como el Museo de Zamora, el Centro de Natación en San Fernando de Henares, el Auditorio de León, el MUSAC y el Hotel Atrio Relais&Chateaux en la plaza de San Mateo de Cáceres.

Recuerdo a su amigo

Precisamente, Mansilla también fue maestro de Moneo, y hoy, más que nunca, Tuñón lleva en el corazón a su colega. "Con Moneo lo aprendimos todo". Y añade: "Es muy emocionante que me concedan el premio un 23 de febrero, porque hoy hace 11 años justamente que falleció Luis. En realidad es un galardón que me lo dan a mí, pero que se lo podrían haber dado a él, o a los dos, porque se lo merecía tanto o más que yo. Es un recuerdo para Luis Moreno Mansilla muy importante".

La emoción contenida da paso a otras preguntas en la charla con Tuñón: ¿Qué aportaron ustedes a la arquitectura española? "Nos gusta hacer una arquitectura contemporánea que establece vínculos con el contexto histórico. Siempre hemos trabajado en edificios culturales fundamentalmente, aunque también en viviendas, pero relacionados con el casco histórico y sus límites".

Una familia de edificios

En Cáceres, por ejemplo, han realizado lo que él denomina "una familia de edificios" que establecen vínculos entre ellos y que tienen en cierta medida "un sentido del humor", por ejemplo las piezas de Atrio aparecen también en el Museo de Helga "porque en el fondo son instituciones que tienen que ver, son conexiones que van juntándose". Lo cierto es que la impronta de Tuñón y Mansilla se deja ver en las seis obras que han diseñado la ciudad: "un corpus", define el arquitecto. Ese corpus está compuesto por el relais&chateaux, el hotel de Casa Paredes, también propiedad de los empresarios Jose Polo y Toño Pérez, el Museo Helga de Alvear, la reforma de la Casa Grande y la construcción de sus almacenes (ya en marcha) y una casa en La Sierrilla, "que aun estando lejos de Cáceres, habla de esa nostalgia del casco histórico por la utilización de la piedra, los cercos de las ventanas o el grosor de los muros".

Se trata de edificios en los que se actúa con una vocación claramente contemporánea y que tienen una proyección en su continente, primero, pero luego en su contenido. "Las seis obras -recalca Tuñón- hablan de lo colectivo y lo privado. Es ese juego oscilante. Atrio y Paredes Saavedra son obras que están para acoger a las personas, con esa vocación de Jose y Toño de tratar bien a la gente para que se sientan en su casa. Las tres de Helga de Alvear hablan de lo público claramente y de cómo en realidad una colección que es privada se convierte en pública y los visitantes se sienten aquí acogidos. De ahí ese vínculo entre ellos".

La frase más hermosa

Y aquí se corona Tuñón en una de sus frases más hermosas: "Estamos hablando de una arquitectura de los cuidados, del amor, del acogimiento". El autor es consciente de la impronta que dejan y no olvida a su amiga Helga: "La colección es impresionante y el hecho de que Cáceres la haya acogida requiere un cierto pensamiento por parte de los dirigentes que aceptaran que se instalara aquí; porque es una colección radical. Y es bonito ver cómo ese arte contemporáneo radical se ensambla con el casco histórico y establece vínculos artísticos y arquitectónicos. El arte y la arquitectura -concluye- son una forma de ver el mundo".

Hoy el acto en el San Francisco, en presencia de la ministra de Transportes, Raquel Sánchez Jiménez, el alcalde Luis Salaya, y el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, dejará constancia de que la arquitectura, una vez más "mejora la vida de las personas porque les mejora la forma de ver el mundo". Y Tuñón sabe ver el mundo y acariciar el eterno árbol blanco de la vida.

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