EL FONDO EUROPEO DE AYUDA AL DESFAVORECIDO DEJA DE REMITIR ESTOS ARTÍCULOS, MIENTRAS LAS AYUDAS SUMAN OTROS 300 BENEFICIARIOS

SOS por la leche y el aceite: el Banco de Alimentos de Cáceres requiere 200.000 litros

Es la cantidad que precisan al año las 8.000 personas asistidas en la provincia, porque la UE ya no realiza esos envíos

Voluntarios y donantes cubren por el momento la demanda de 2023. La solidaridad ya resulta clave

El presidente, Juan Carlos Fernández Rincón, en el centro, junto con dos de los cuarenta voluntarios que organizan este engranaje.

El presidente, Juan Carlos Fernández Rincón, en el centro, junto con dos de los cuarenta voluntarios que organizan este engranaje. / CARLA GRAW

Los envíos regulares de leche y aceite de oliva que recibía el Banco de Alimentos de Cáceres a través del Fondo Europeo de Ayuda al Desfavorecido (FEAD), han dejado de existir en 2023. De un lado, la Guerra de Ucrania ha disparado los precios de los piensos fabricados con cereales, lo que a su vez ha provocado una caída en la producción de leche, y el aumento del precio. De otro, los crecientes costes del aceite de oliva lo hacen prácticamente inalcanzable. Por todo ello, este año ha quedado vacante el concurso del FEAD relativo al suministro de leche y aceite, de modo que ambos productos básicos han dejado de llegar a los Bancos de Alimentos de España.

Cáceres es la ciudad del país con los hogares de menor renta media, por tanto con salarios bajos. La inflación ha afectado de lleno, y todo ello ha provocado un aumento del número de personas que dependen del reparto del Banco de Alimentos de Cáceres. Ya atiende a 8.000 personas (300 más que a principios de año) distribuidas en 95 centros asistenciales y colectivos de ayuda. «Ahora mismo, tres cada diez trabajadores son pobres», afirma el presidente, Juan Carlos Fernández Rincón, en alusión a los estudios económicos que revelan que las nóminas ya no son suficientes para cubrir las necesidades vitales de demasiados hogares. «Los salarios no suben y el nivel de vida se dispara, muchos no llegan a fin de mes».

Y en esta tesitura, el FEAD ha dejado de proporcionar dos productos eminentemente básicos. En cuanto a la leche, el Banco de Alimentos de Cáceres recibió en 2022 unos 160.000 litros de Europa que completó con 47.000 litros de adquisición propia para repartir un total de 210.000 litros. En 2023, ya ha tenido que comprar con sus fondos 126.858 litros, a los que se han sumado otros donados en campañas, colectas, ‘mermas’ (supermercados que entregan envases próximos a caducar) y donaciones de distintos Bancos de Alimentos. «Hacen un total de 209.737 litros, de modo que, con bastante esfuerzo, casi se equiparan con los del año pasado», afirma el presidente.

En cuanto al aceite de oliva, el FEAD hizo llegar en 2022 a Cáceres 45.000 litros. El propio banco puso 7.000. En total, 52.000 litros para cubrir la demanda. Al cesar los envíos europeos, este año se han comprado alrededor de 8.000 litros con los fondos del Banco de Alimentos, más 467 litros en donaciones, 3.678 de ‘merma’ de las grandes cadenas y 4.800 cedidos por otros bancos, lo que suma unos 17.000 litros. En este caso faltan dos tercios para igualar la cantidad de 2022. Pero queda una baza importante.

El envío de Amancio Ortega

Esa baza ha venido a solventar buena parte de las necesidades de la Federación Española de Bancos de Alimentos. Se trata de la donación de Amancio Ortega, fundador de Inditex, que ha entregado un total de 1,1 millones de euros en leche semidesnatada y 2 millones en aceite de girasol, por considerarlos cruciales para la dieta diaria. A Cáceres le corresponden 20.000 litros de leche y 15.000 de aceite de girasol, que llegarán en la segunda quincena de noviembre. Lo que entonces falte de aceite, lo adquirirá el banco (girasol, no oliva, cuyo precio supone un freno).

Por tanto, el Banco de Alimentos de Cáceres ha conseguido equilibrar la falta de los envíos europeos en estos dos artículos, pero eso no significa que lo haya hecho sin consecuencias. El dinero empleado en aceite y leche es el que antes destinaba a otros productos que complementaban las cestas básicas de las familias y de los centros a los que asiste: garbanzos, lentejas y judías precocinadas para ahorrarles el gasto en energía, productos enlatados y envasados, galletas, pañales… «La nueva situación disminuye nuestros fondos, pero tratamos de que las personas desfavorecidas no sufran este cambio», reconoce Fernández Rincón. De momento, un mayor esfuerzo en las campañas, colectas y recogidas, y por supuesto la solidaridad de los ciudadanos y empresas, intentan compensar la diferencia.

Sin embargo, ese ‘plus’ deberá ser continuado porque no está ni mucho menos garantizada la vuelta de los envíos de leche y aceite de Europa. «Por tanto tenemos que echar el resto en la campaña de la Gran Recogida a final de noviembre, para seguir completando las dietas de estas personas con productos importantes para su salud».

Hay además otro problema añadido. Antes, los beneficiarios de las ayudas solían aportar algo a su cesta de la compra, «pero ahora, tras pagar alquileres y facturas, no pueden hacerlo. De hecho, hacíamos el reparto cada mes y medio, o dos meses, y ahora nos trasladan que lo necesitan con más periodicidad».

La colaboración entre los distintos Bancos de Alimentos también resulta fundamental en estos momentos. «Acabamos de llevar a Toledo dos palés de aceitunas y tomate frito, y nos hemos traído la furgoneta llena de pañales», precisa el responsable. Y es que cada uno de ellos se nutre de importantes empresas asentadas en sus territorios, lo que les permite intercambiar el excedente. «Por ejemplo, nosotros mandamos a Madrid, Salamanca, Toledo, Soria y Badajoz caldo de pollo de una importante industria de Miajadas, a la que tenemos mucho que agradecer. Badajoz nos ha respondido con aceite de girasol que tanta falta hace», destaca.

Quienes lo hacen posible

El Banco de Alimentos de Cáceres tiene su central en la capital y una delegación en Plasencia para facilitar las entregas al norte de la provincia. Atiende varias Cáritas Parroquiales, diversas concejalías de Asuntos Sociales, residencias de mayores, centros de personas con diversidad funcional, conventos, familias con refugiados de Ucrania, Red Madre, colectivos de mujeres víctimas de maltrato... Cuarenta voluntarios se encargan de que el engranaje funcione. Por ejemplo, en este puente de la Hispanidad algunos no descansan porque el almacén está listo para iniciar un nuevo reparto. 

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