CHEQUEO A LOS EMBALSES Y SITUACIÓN DE LA CAPITAL CACEREÑA

Cáceres ya tiene agua para año y medio y los pantanos de la provincia están al 86%

El Guadiloba alivió en el último desembalse un 78% de su capacidad en pocas horas (16 hm3)

Ocho pantanos de la geografía cacereña están por encima del 90%, entre ellos Alcántara (93%)

Desembalse de la presa del Guadiloba el viernes, 19 de enero. Llegaron a estar abiertas las tres compuertas de la presa y las tres del aliviadero, soltando hasta 260 m³/s durante la borrasca Juan.

Desembalse de la presa del Guadiloba el viernes, 19 de enero. Llegaron a estar abiertas las tres compuertas de la presa y las tres del aliviadero, soltando hasta 260 m³/s durante la borrasca Juan. / JORGE VALIENTE

Las últimas lluvias han dejado al pantano de Guadiloba (del que beben la capital cacereña, Sierra de Fuentes y Malpartida) con su máximo volumen posible, unos 17 hectómetros cúbicos (hm³). Supone el 85% de su capacidad total, puesto que debe dejarse un margen de seguridad necesario y ajustado a cada embalse. «A día de hoy estamos convenientemente servidos. Tenemos reservas para año y medio aunque no cayese ni una gota, pero evidentemente eso tampoco es esperable», explica José Luis Castaño, ingeniero delegado del Canal de Isabel II en Cáceres. Las lluvias de otoño e invierno han permitido llegar a esta situación, incluso han motivado más de un desembalse. La borrasca Juan obligó el pasado 19 de enero a abrir las tres compuertas del aliviadero y las tres de la presa, una situación que no ocurría desde el año 2006.

La cantidad de agua que llegó ese viernes al pantano forzó a soltar el equivalente a 16 hm³, es decir, el 78% de la capacidad del embalse en pocas horas. «Llegó a entrar en el Guadiloba una punta de 512 metros cúbicos por segundo (m³/s), y lo máximo que desembalsamos fueron 260 m³/s», explica José Luis Castaño. Con todas las compuertas abiertas, pero todas al completo, se pueden llegar a aliviar hasta 350 m³/s como tope. Por cierto que desde 2023 el Canal de Isabel II ha reparado y reabierto los desagües de fondo de la presa, que alivian 5m³/s. Suponen solo un 5% de la capacidad de cada compuerta, pero hacen su labor para mantener el embalse en la cota deseada cuando las avenidas han remitido.

En el total de la provincia cacereña, las reservas de los pantanos se encuentran al 86% (suman 5.824 hm³), con una subida del 17% en solo una semana. Superan claramente la media de los diez últimos años (62%). Alcántara alcanzaba el pasado miércoles el 93%. Otros pantanos por encima del 90% son Cedillo, Torrejón, Valdeobispo, Cancho del Fresno, Guijo de Granadilla, Portaje, Ruecas y Salor. El segundo más grande, Valdecañas, está al 88%. 

Por qué no al 100%

Muchos se preguntan por qué el Guadiloba no puede acercarse a sus 20 hm3, y se alivia agua hasta dejarlo al 85%. «Los pantanos tienen su capacidad máxima mermada puesto que siempre debe dejarse un margen para que, en caso de que se produzca una avenida, como el día 19, tener la posibilidad de almacenar lo que llega, aliviando solo la cantidad necesaria, de ahí ese 15% que falta y que se denomina volumen de resguardo», explica José Luis Castaño.

Porque, prosigue el delegado del Canal de Isabel II, «además de las funciones habituales de las presas, como el abastecimiento o el riego, tienen otra menos conocida, la de laminar las avenidas, es decir, reducir las puntas del caudal que se transmite aguas abajo». Un equilibro que se realiza especialmente en temporales como la borrasca Juan, del 19 de enero.

Y es que el Guadiloba tiene además sus singularidades. «Se trata de una cuenca muy rápida. Cuando está saturada, el agua llega muy pronto a la presa y genera avenidas importantes, con poca antelación, con poco aviso». Por eso, durante el último desembalse se fueron abriendo compuertas de forma sucesiva. «No puedes quedarte corto en la cantidad que estás soltando porque, si el pantano se llena, todo el agua que entra debe salir y pierdes la capacidad de laminación y de reducir daños; pero tampoco puedes aliviar en exceso porque hablamos del agua que beberá la ciudad en los próximos meses», argumenta. En resumen, el Guadiloba puede llegar hasta un máximo que cumpla un estándar de seguridad (85%), y que a la vez permita garantizar el mayor abastecimiento posible.

Cáceres tiene por tanto un pantano pequeño, que se llena rápido, y que debe soltar el agua que tanta falta puede hacer al cabo de un año. Se muestra claramente insuficiente para la población que atiende. «Siempre digo que los diseños de los ingenieros son tan buenos como la calidad de los datos con los que cuentan, y cuando el Guadiloba se construyó en los años 60, no había aforo de caudales ni datos tan precisos de lluvia, eran muy toscos», indica José Luis Castaño.

Doble falta de capacidad

A la postre, el pantano se ha quedado corto en dos extremos: «En primer lugar, tenía que haber aliviado mucho más caudal del que en su momento se calculó, que fueron 200 m³/s », explica el ingeniero. De hecho, el día de la riada de Badajoz (2007), cuando el agua saltó por encima de la presa del Guadiloba, entraron 800 m³/s (un caudal cuatro veces mayor al previsto). De ahí la consiguiente construcción del aliviadero para alcanzar puntas de 350 m³/s. Aun así, el pasado 19 de enero hubo un momento en que entraban 500 m³/s. Por ello la importancia de los márgenes de seguridad.

En segundo lugar, la presa también se quedó corta en almacenamiento. «De todos modos, hubiera sido difícil concebir otro embalse mayor porque la cerrada no se presta para crecer y ganar capacidad», aclara José Luis Cataño. El pantano llegó a estar al 10% y ello motivo la creación de un trasvase en 1992 desde el Almonte hasta el Guadiloba. Fue una actuación de urgencia, pero Cáceres sigue dependiendo de esa solución 22 años después. El problema es que las bombas de captación se ubican en un tramo del Almonte afectado por las oscilaciones del pantano de Alcántara: si baja de la cota 194, quedan al descubierto y no hay agua para el Guadiloba. De hecho, Alcántara ha llegado a alterar su producción hidroeléctrica por esta circunstancia.

La Confederación Hidrográfica del Tajo ya dejó por escrito en 1995 que el embalse cacereño no cubriría la demanda a partir del 2012. Tras el fallido trasvase de Portaje (13 años y 50 millones), ya se prepara una solución con mayores garantías de abastecimiento: desplazar la captación del trasvase del Almonte 6 kilómetros hacia Alcántara, para bajar la toma a 180 metros. Costará más de 20 millones y requerirá casi tres años de obras. EL BOE del 12 de octubre de 2023 dio luz verde ambiental al proyecto, que ultima sus trámites para salir a licitación.

«Esta nueva toma nos dará mayor flexibilidad, porque será más profunda, no estará tan condicionada por la cota de Alcántara ni por su explotación hidroeléctrica», matiza el delegado del Canal en Cáceres.

De todos modos, los últimos tiempos no han sido los peores para Cáceres. Desde la borrasca Efraín, en 2022, el Guadiloba se mantiene en niveles óptimos. De hecho, en octubre registraba 12 hm³ y en enero ya está en su máximo.