Así vivimos el concierto en Cáceres

Ana Mena, desde Albalá 'pal' mundo

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Pisamos de nuevo el Pabellón Multiusos Ciudad de Cáceres como lo hicimos el 9 de septiembre de 1999 en su épico estreno con un Cáceres CB venciendo nada menos que al Estudiantes en los tiempos dorados, tiempos modernos dicen, en los que nuestro equipo de baloncesto lucía palmito en la ACB. El edificio de Pierre de Coubertin fue inaugurado por Ibarra y Saponi en esa era en la que se inauguraban edificios de los de verdad, más allá de fruterías y tienditas de todo a un euro, pero ‘así son las cosas y así se las hemos contado’, que diría el periodista Ernesto Sáenz de Buruaga cuando en los informativos se hablaba de cosas y no de cualquier gilipollez. Eran las diez de la noche del sábado y faltaban 24 minutos para que comenzara el espectáculo. Todavía largas colas esperaban su entrada en el recinto, esta vez para asistir a otra gesta no baloncestística sino musical, la de la cantante malagueña que siendo niña ya apuntaba maneras delante del micrófono de Juan Imedio en Canal Sur y se declaraba fan incondicional de Marisol, porque ‘estando contigo, contigo, contigo, me siento feliz’.

Y, sí, feliz baja por la pasarela una Ana Mena en negro y lentejuelas, melena rubia, miope confiesa ella, como Marilyn, a hombros de sus seis bailarines (todo fibra, guantes y transparencias) mientras dos ventiladores mueven al viento su pelo igual que aquella madrugada del 15 de septiembre de 1954 en el cruce entre la Avenida Lexington y la Calle 52 de Nueva York, cuando 5.000 personas y cien fotógrafos (todos hombres) esperaron a que pasara el metro por las rejillas de ventilación para que a la Monroe se le levantara la falda en vivo y en directo e hiciera leyenda. 

Vemos las piernas de Ana Mena, que son como la Autovía de Madrid, y ella, en su gira 'Bellodrama' canta «Solo tú te va’ a quedar, con una mano a’lante y otra mano atrá», mientras el público corea otro de sus éxitos, el mismo que coreó junto a Maffio y Omar Montes. Los bailarines la suben, la elevan, y ella confiesa:«Estoy flipando con este recibimiento». Llenazo. Todo vendido. Desde el escenario ve gente de Italia y pancartas, muchas, una de ellas de un grupo de seguidores incondicionales venidos de Albalá: «Desde Albalá p’al mundo», lee en alto Ana Mena, y llega el delirio.

Ana Mena llena el Multiusos de Cáceres como en los grandes tiempos de la ACB

El Periódico

Y es que los de Albalá pues son muy de Albalá, porque les viene de casta, porque bajo el reinado de Napoleón I,sufrieron la ocupación del ejército francés entre 1809 y 1812, año en el que fueron liberados por el combinado de tropas aliadas anglo-españolas y portuguesas leales a Fernando VII en el exilio. 

Ay Albalá, bañada por el Salor, fundada por los romanos. Dehesa, jara y zarzamora (’que a todas horas llora que llora’), milanos reales y cigüeñas blancas, con sus caballos de preciosos mantones en sus carreras de gallos.  Ay Albalá, que de allí se viaja al mundo y el mundo, claro que sí, es Ana Mena, que es tan sencilla y tan humana como para confesar que lleva una semana muy tocada de la garganta, y le pide comprensión al público, mientras el fotógrafo que la sigue en todos los conciertos capta el icónico momento.

Bachata y perreo

Enseguida le da la Mena a la bachata y el perreo y entona ‘Un millón de lunas’ con el estribillo pegadizo de ‘Desde Málaga ‘pal’ mundo’, pero aquí tenemos a los de Albalá; así que todo en orden. Ana sigue con su repertorio, ante un público de todas las edades, con ese grito que da rienda suelta al deseo, "el fuego que te acalora, necesito tus caricias aquí y ahora", y la barra nos llama, con birras a 3 euros, que no hay que quejarse porque el otro día en Las Ventas estaban a 7.

El escenario es majestuoso, con un equipo de músicos y estilistas de altura, a veces cabaret, a veces Taylor Swift en el Bernabéu y otras Madonna en Río de Janeiro. Fuego, juegos de luces, bengalas y ese ‘Quiero decirte que lo siento, que te echo de menos, que de to’ lo que ha pasa’o, nena, yo me arrepiento. Te quiero todavía. No pienses que ya te di por perdí’a’, que tanto roneó con Abraham Mateo. Ana Mena cantaba copla y flamenco y se presentaba a todos los concursos. Y un día le llegó la fama y los premios, de la Academia de la Música, el Heat Latin Music Awards y, por supuesto, Hija Predilecta de Estepona, y olé.

La grada y la pista aplauden y bailan. Y detrás de este milagro está Carlos Ortiz, que es buen periodista porque es buena persona y que un día, como Ana Mena, lo dejó todo y arriesgó para cumplir su sueño: ser promotor musical. Ay, Carlos, qué bonito suenas siempre y qué suerte tenerte en Cáceres. ‘Ponme algo de música ligera porque me siento ausente. Que sea ligerísima. Palabras sin más misterio. Y alegres solo un poco’. Y el Multiusos vuelve a estallar con el hit. ¿A quién llamo cuando llegue la noche? Pues a Ana Mena, la mujer que también versiona a La Oreja de Van Gogh sabiendo «que recordarás las tardes de invierno por Madrid, las noches enteras sin dormir. La vida pasaba y yo sentía que me iba a morir de amor». Ay, Ana Mena, regalo de dioses que hizo cantar a Cáceres, como cantan los gallos de Albalá, dispuestos a conquistar de nuevo el mundo. Por favor, regresa pronto, maravilloso delirio, que contigo ha vuelto la ACB.

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